A lo largo de la historia, las personas han luchado con problemas relacionados con la vida y la muerte. La Biblia está llena de ejemplos y, en definitiva, Cristo Jesús desafió la noción de que la muerte es inevitable. Su logro supremo, su resurrección y ascensión, proporcionaron una prueba irrefutable de la supremacía de la Vida divina —de Dios— sobre la muerte.
La Ciencia Cristiana señala el ejemplo de Jesús como el camino para vencer el pecado, la enfermedad y la muerte. Los estudiantes de esta Ciencia pueden a veces poner mayor énfasis en tratar con los dos primeros de esta tríada. Pero la Descubridora de la Ciencia Cristiana, Mary Baker Eddy, enfatiza a lo largo de sus escritos que seremos más eficaces en la curación del pecado y la enfermedad si comprendemos mejor la irrealidad de la muerte (véase Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, pág. 426, por ejemplo).
Como ilustra su diálogo entre el bien y el mal en La unidad del bien (véase págs. 21-26), un coloquio proporciona una forma única de aclarar el pensamiento; en este caso al distinguir lo real de lo irreal. Ella explica: “Si examinamos nuestros procesos mentales, veremos que argüimos continuamente con nosotros mismos; sin embargo, cada mortal es una persona y no dos”.
En la Vida infinita y universal no hay muerte.
“De igual manera el bien y el mal dialogan entre sí; sin embargo, no son dos sino uno, pues el mal nada es y sólo el bien es realidad” (pág. 21).
En el siguiente coloquio, hay un combate similar entre la Vida y la muerte, que ilustra que tampoco son dos, sino una, porque solo la Vida es real.
Vida: La Vida es Dios. Y Dios es Todo. En la Vida infinita y universal no hay muerte.
Muerte: ¿Cómo puedes hacer una afirmación tan extravagante? Aquí estoy yo. Todo el mundo puede ver que la muerte es inevitable en el ciclo de la vida.
Vida: ¿Recuerdas la “extravagante” afirmación de hace siglos de una Tierra redonda? Todo el mundo podía ver que era plana. Pero las cosas no siempre son lo que parecen. Así como la ciencia natural educó a la gente sobre la naturaleza ilusoria de esa suposición, la Ciencia divina, la ley de la Vida, está revelando al corazón receptivo de la humanidad una verdad fundamental y profunda: la falacia de la vida y la sustancia en la materia.
Porque soy la Vida, lo creé todo y lo formé a Mi semejanza, reflejando la sustancia del Espíritu. Amo a Mi creación. Nunca permitiría su muerte; imparto tiernamente Mi perfecta continuidad a cada una de Mis amadas ideas. Su propósito es expresar Mi ser eterno y espiritual. La Biblia proclama: “Él [Dios] es vida para ti” (Deuteronomio 30:20).
Muerte: Tal vez haya vida después de la muerte, pero Tú no puedes decir que no hay muerte.
Vida: Lo puedo decir porque es cierto. Dios es la Verdad, la Vida eterna, el Amor perfecto. La muerte jamás existió como una realidad en la Vida y el Amor eternos. Cristo Jesús prometió: “El que guarda mi palabra, nunca verá muerte” (Juan 8:51). En otras palabras, él o ella experimentará la vida en lugar de la muerte, no la vida después de la muerte. De hecho, Jesús dijo que fue enviado al mundo para traer un sentido completamente pleno de la vida: “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan 10:10).
Muerte: ¿Estás diciendo que la gente se aflige por nada? Todos los días las personas pierden a sus seres queridos y sienten el dolor de la pérdida.
Vida: Estoy diciendo que Dios es Amor, y el Amor consuela a aquellos que sienten el aguijón de la pérdida que la muerte pretende infligir. El Amor divino les da la seguridad de que la muerte y cualquier temor a ella retrocederán hasta que se haga evidente que la muerte nunca existió. Y que sus seres queridos no han muerto. Esto sucede al despertar a la verdad de que Yo, la Vida, soy real y la muerte es irreal.
La creencia en la muerte es en sí misma un error agonizante. Mis hijos jamás mueren. Ellos expresan la Vida para siempre porque Yo soy Dios, la Vida eterna. Puesto que están unidos a Dios, al Amor, no pueden separarse de Mí, ni los unos de los otros. La Sra. Eddy reconforta al decir: “Donde Dios está, podemos encontrarnos, y donde Dios está nunca podemos separarnos” (La Primera Iglesia de Cristo, Científico, y Miscelánea, pág. 131). Cuanto más cerca están las personas de Dios, más cerca están unas de otras.
Muerte: ¡Lo que dices es una herejía!
Vida: La materia ni infunde ni pierde la vida. La creencia de que la vida está en la materia no proviene de Dios, la Mente única, sino de un falso dios, o mente mortal, que argumenta constantemente que hay una mente o existencia aparte de Dios. Pero la vida es siempre espiritual, dentro de la consciencia eterna. Todas Mis amadas ideas expresan eternamente esta consciencia ininterrumpida, o mentalidad espiritual, independientemente de lo que argumentan los sentidos materiales. La Biblia insiste en que tener una mente espiritualizada es vida, tener una mentalidad material es muerte (véase Romanos 8:6).
Muerte: ¿Qué es una mente espiritualizada? ¿Y cómo podría revertir la evidencia descomunal de la mortalidad del hombre?
Vida: La Biblia revela que la mente espiritualizada es el estado de consciencia que refleja la pureza del Espíritu, la integridad del Principio, el gozo del Alma. Es el reconocimiento de la totalidad y la omnipresencia de Dios, ahora y siempre. Tanto la Biblia como los escritos de la Sra. Eddy están llenos de orientación para derrotar lo que los mortales llaman la muerte por medio de la profunda regeneración de la consciencia humana, la cual revela que Mis preciosos hijos son puros, íntegros y de mente espiritualizada.
Muerte: ¡Espera un minuto! Dices que cada individuo existe como la expresión perfecta del Espíritu, no obstante, has descrito una vulnerabilidad a la imperfección. Hablas desde ambos lados. O Dios y el hombre son eternamente perfectos o no lo son.
Vida: La Ciencia Cristiana afirma, sin lugar a dudas, que Dios y todos Sus hijos son eternamente perfectos. Pero también explica las facetas de un sentido distorsionado y mortal de la realidad. Expone la materialidad como un sentido invertido de la realidad espiritual. Revela que la Vida es perfecta y explica cómo el sueño de la imperfección imita falsamente la realidad divina. Muestra que la única manera de salir de la materialidad, la limitación, el temor, la vulnerabilidad, el pecado, la enfermedad y la muerte es el despertar paso a paso a la identidad espiritual e inmortal del hombre. El salmista dice: “Estaré satisfecho cuando despierte a tu semejanza [de la Vida, del Amor y del Espíritu]” (Salmos 17:15).
Muerte: ¿Estás diciendo que la muerte es solo un sueño?
Vida: Las Escrituras dicen: “Despiértate, tú que duermes, y levántate de los muertos,
y te alumbrará Cristo” (Efesios 5:14). Ciencia y Salud explica el sueño mortal de la vida y la sustancia en la materia como una especie de sueño del que la humanidad debe despertar —y lo hará— por medio del Cristo, la verdadera idea espiritual de Dios: “A la larga se verá que la muerte es un sueño mortal, que viene en las tinieblas y desaparece con la luz” (pág. 42).
Al comprender la irrealidad de la muerte, la Sra. Eddy pudo decir a los afligidos por el fallecimiento de un querido colega, que él “está aquí ahora tan ciertamente como cuando me visitó hace un año. Si despertáramos a este reconocimiento, lo veríamos aquí y nos daríamos cuenta de que él nunca murió; …” (Miscelánea, pág. 297).
Muerte: Pero todos saben que yo soy la puerta al cielo.
Vida: Es solo a través de “la espiritualización del pensamiento y la cristianización de la vida diaria” (Ciencia y Salud, pág. 272) que el hombre encuentra el cielo, la armonía y despierta a su presencia eterna. La muerte no es la puerta de entrada a un lugar llamado cielo, o a la vida eterna. Cristo Jesús dijo: “Y no dirán: ¡Helo aquí! O, ¡helo allá! porque he aquí el reino de Dios dentro de vosotros está” (Lucas 17:21, KJV). En otras palabras, la armonía celestial está dentro de la consciencia, aquí y ahora.
Un llamado proceso de muerte no puede impedirle a nadie que continúe demostrando una mayor mente espiritualizada. En lugar de enfrentarse a una tumba, se enfrentan —tanto aquí como ahora y en el más allá— a una resurrección de los sentidos materiales y de su visión limitada de la existencia, y al progresivo descubrimiento del cielo.
Muerte: En algún momento todos mueren. Lo máximo que podemos esperar es prolongar la vida humana por un tiempo mediante heroicos esfuerzos médicos.
Vida: Hay otro camino. Si una persona demuestra tener una mente lo suficientemente espiritualizada, puede evitar la muerte como lo hizo Enoc cuando fue transpuesto. Pero la Ciencia Cristiana explica que esta experiencia del cielo “no es obra de un momento; requiere tiempo y eternidad” (Mary Baker Eddy, Escritos Misceláneos 1883-1896, pág. 68).
Muerte: Entonces, ¿la Ciencia Cristiana dice que el objetivo es la transposición?
Vida: La meta es la mente espiritualizada que el apóstol Pablo describió como la verdadera vida y paz. Esa es la vida que Cristo Jesús demostró a sus seguidores por todos los tiempos. Vino a dar a los hombres vida abundante, es decir, la profunda expansión de la mente espiritualizada que conduce a una salvación completa del pecado, la enfermedad y la muerte, como se promete en la Biblia.
Muerte: Esta debe ser la razón por la que los Científicos Cristianos ponen tanto énfasis en espiritualizar el pensamiento en lugar de arreglar un cuerpo material. Supongo que a ellos no les importa si mueren.
Vida: ¡Oh muerte, eres tan ignorante! Tu naturaleza fraudulenta es quizás más dura para el Científico Cristiano que para cualquier otra persona. La muerte es un golpe contra el mismo Dios del Espíritu a quien aman y adoran diariamente. Es la máxima agresión contra su demostración de la existencia verdadera, de la Vida verdadera. Hacen todo lo que está a su alcance para vencer la muerte, para vencer la mentalidad materialista desde su raíz.
La Biblia dice que eres un enemigo que, al final, será destruido. La realidad de la Vida no puede ser destruida. La muerte, la irrealidad, la mentalidad material, finalmente desaparecerán ante la realidad y el aumento de la espiritualidad. La Biblia está llena de ideas que apuntan al final de esta gigantesca falacia llamada muerte. “Sorbida es la muerte en victoria” (1 Corintios 15:54). “Ya no habrá muerte” (Apocalipsis 21:4). La realidad no puede ser destruida porque está en Dios, en la Vida, en el Amor. La muerte es la irrealidad, y la creencia en ella debe disolverse finalmente.
Cada victoria sobre el pecado y la enfermedad debilita el caso de que la muerte es una realidad. Sí, la Vida es todo para los Científicos Cristianos, y lucharán sin miedo por ella, aquí y en el más allá, hasta que todo vestigio de mentalidad material y evidencia de muerte haya desaparecido y obtengan la plena consciencia espiritual que solo conoce la Vida.
Cada victoria sobre el pecado y la enfermedad debilita el caso de que la muerte es una realidad.
Muerte: Ha habido muchas personas muy buenas a lo largo de los siglos, personas que uno consideraría de mente espiritualizada, que no fueron capaces de vencer la muerte.
Vida: Debe haber regocijo por cada individuo que se esfuerza por ser bueno. Este esfuerzo conduce a nobles logros humanos. Pero ser una buena o mejor persona no le permite a uno vencer el pecado, la enfermedad y la muerte como lo hizo Jesús. Cada individuo debe llegar a comprenderse a sí mismo como la expresión perfecta de Dios, para ver todas las cosas desde una base espiritualmente científica. Esto significa no solo comprender su identidad totalmente espiritual, sino también vivir de manera consecuente con su naturaleza divina, su naturaleza buena y pura. Esto proporciona la base espiritual para salvarse no solo a sí mismo, sino en última instancia al mundo entero, del pecado y la enfermedad, y del error de la muerte misma.
Muerte: Es difícil tener una conversación cuando hablas en términos tan absolutos. Yo no hablo solo por mí. Debes saber que casi todo el mundo pensaría que es irracional negar la muerte. ¿No sería la Ciencia Cristiana más aceptable para el mundo si simplemente presentara una forma única de lidiar con la muerte en lugar de negar su realidad?
Vida: Por medio de las enseñanzas de la Ciencia Cristiana se entrelaza la profunda convicción de que el pecado, la enfermedad y la muerte son completamente irreales. Es esta verdad fundamental la que ha contribuido al asombroso éxito de la curación en la Ciencia Cristiana durante más de un siglo. La Sra. Eddy, una notable sanadora espiritual, escribió: “Ninguna evidencia ante los sentidos materiales puede cerrar mis ojos a la prueba científica de que Dios, el bien, es supremo” (Escritos Misceláneos, pág. 277).
Los Científicos Cristianos se esfuerzan por alcanzar la altura espiritual del pensamiento que les permite decir lo mismo. No temen a la muerte, ni la acogen, ni la ignoran. Aprenden a verla como lo que es: una manifestación del dragón rojo bíblico, una distorsión gigante y, en última instancia, un rechazo a la realidad de la Vida y su totalidad. No se dejan intimidar por la evidencia material de la muerte y por la creencia de todo el mundo en esta evidencia. Verdaderamente, todo lo relacionado con la mortalidad fracasará, porque Dios ama a todos Sus hijos, y suavemente conduce a cada uno a la plena comprensión de la vida eterna, y muestra que solo la Vida divina —no la muerte— es real.