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Original Web

¿Te cuesta asistir a la iglesia?

Del número de junio de 2025 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 2 de enero de 2025 como original para la Web.

Publicado originalmente en francés

 


¿Sientes que las cosas que antes eran sencillas, como asistir con regularidad a los servicios de la iglesia, ahora parecen complicadas o difíciles? ¿Ahora tienes que enfrentar la presión de los miembros de la familia para que duermas hasta tarde los domingos o te vayas el fin de semana? Respecto a la reunión de testimonios a mitad de semana, puede haber preocupaciones sobre el tráfico o la congestión del transporte público, problemas de seguridad, fatiga, las expectativas de un empleador que espera que trabajes hasta tarde o problemas para conducir de noche. Todo esto puede hacer que ir a la iglesia sea como ir a la luna. Pero la verdad es que ir a la iglesia es lo que siempre nos bendice a nosotros y a nuestras comunidades.

En La Iglesia de Cristo, Científico, que Mary Baker Eddy fundó, la gente no solo se reúne los domingos para el servicio religioso, sino también los miércoles para la reunión de testimonios con el propósito de compartir en público el efecto de practicar la Ciencia Cristiana. La Sra. Eddy fundó la iglesia por necesidad para llevar adelante y salvaguardar su descubrimiento de la Ciencia Cristiana y la práctica de la curación espiritual, que describió en detalle en el libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras.

Como un oasis en el desierto, estos servicios y reuniones semanales refrescan nuestra perspectiva y proporcionan un lugar para beber las aguas de la inspiración espiritual.

¿Por qué son tan necesarias estas disposiciones? Enfocarnos en el materialismo y la materialidad nos apartaría sutil y silenciosamente de la inspiración espiritual que necesitamos para practicar la curación cristiana. Al comprender la razón y el potencial de estas reuniones semanales, queremos asegurarnos de asistir a ellas para beber del agua fresca de la vida que nos ofrecen en nuestras travesías de la vida.

Las reuniones de testimonios de los miércoles de la Ciencia Cristiana están diseñadas como una experiencia colectiva donde se reúnen personas de todos los ámbitos de la vida. Comienzan con un himno y lecturas inspiradas de la Biblia y Ciencia y Salud. Poco después, los asistentes comparten experiencias de curación.

Lo hermoso de esto es que a menudo un testificante comparte una experiencia que tuvo y que será la ayuda u orientación muy específica que otro miembro o asistente necesitaba escuchar esa noche. Después, los presentes a menudo comparten cómo un testimonio específico fue justo el aliento que necesitaban.

Cuando enfrentamos resistencia a nuestro deseo de asistir a la Iglesia, es importante entender de dónde viene. ¿Qué se opondría a dar y recibir vislumbres espirituales y testimonios sanadores que prueban el poder, la omnipotencia, de la Mente divina, Dios, y la nada de un sentido material y sus falsas creencias sobre el pecado y la enfermedad? 

El estudiante de la Ciencia Cristiana aprende a proteger su territorio mental. Allí mismo donde una mentalidad materialista ha decidido que, por cualquier razón, sería mejor no asistir a un servicio dominical o a una reunión de testimonios de los miércoles por la noche, el metafísico alerta decide por sí mismo lo que es verdaderamente beneficioso y lo que no lo es.

Un miércoles por la noche me enfrenté a esa resistencia. Mi viaje a la iglesia era de más de una hora, lo que significaba que tenía que salir temprano de un trabajo muy exigente. Y yo estaba cursando estudios superiores. Me sentía agobiada por todas las tareas que enfrentaba, entre ellas, cinco urgentes que debía realizar para el día siguiente. Cuatro estaban relacionadas con el trabajo y una era para una actividad de la iglesia.

Llegué a la conclusión de que era mejor no ir a la iglesia, porque aunque me pasara toda la noche trabajando en todo eso, no sería suficiente para completar esas tareas. Me sentí muy triste por verme privada de la reunión de la iglesia de los miércoles, la cual era realmente un oasis para mí.

Pero de repente, pensé: “¡Voy a ir de todos modos!”. Por lo menos no me perdería la iglesia.

Cuando llegué, un miembro, al enterarse de mi situación, se ofreció gustosamente a asumir mi tarea urgente en la iglesia. Pero lo más sorprendente sucedió cuando el ujier me abrió la puerta del auditorio. Al entrar, casi al comienzo del servicio, escuché al Primer Lector leer esto de la Biblia: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga” (Mateo 11:28–30).

Esas palabras fueron directamente a mi corazón. Al instante, supe por qué tenía que asistir a la reunión de testimonios esa misma noche: para que me quitaran esa sensación de carga.

En el auto de camino a casa, me surgieron varias ideas que me mostraban cómo podía abordar de manera diferente las cuatro tareas que me quedaban pendientes. Todas se resolvieron en tres días, al ajustar algunos plazos.

Tener la audacia de venir a la iglesia es muy parecido a defender nuestro territorio mental. Virtualmente declaramos al pensamiento basado en la materia: “Hasta aquí y no más”.

En un servicio de la iglesia de la Ciencia Cristiana hay otra dinámica. El día de Pentecostés, cuando los seguidores de Jesús se reunieron “unánimes juntos”, recibieron al Espíritu Santo, una nueva comprensión de lo que Jesús había enseñado (véase Hechos 2:1-4). Como escribe la Sra. Eddy: “El advenimiento de esta comprensión es lo que significa el descenso del Espíritu Santo, aquel influjo de la Ciencia divina que iluminó el Día de Pentecostés y que está ahora repitiendo su antigua historia” (Ciencia y Salud, pág. 43).

La presencia y las oraciones colectivas de la congregación en un servicio dominical o en una reunión de testimonios de los miércoles desempeñan una función única e importante en que los asistentes sienten dicho influjo de inspiración. Al estar “unánimes juntos”, sientes el apoyo mutuo y que todos escuchan silenciosa y profundamente. Es como una orquesta que experimenta algo único en una noche específica, algo que ninguno de los músicos sentiría si estuvieran tocando solos en casa.

Es necesario estar alerta para detectar y vencer cualquier inercia que nos impida asistir a la Iglesia. Una vez que hemos identificado de dónde viene la resistencia o la renuencia a participar, la refutamos porque carece de poder y aceptamos el don de Dios de asistir a la iglesia, la apatía se rompe y puede ser expulsada más fácilmente.

En la iglesia aprendemos que podemos experimentar un mayor sentido de libertad en nuestras vidas y descubrir más de nuestros derechos divinos como hijos amados de Dios. Esa es una bendición por la que vale la pena luchar. 

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