Originales Web
A medida que abrimos nuestros corazones al mensaje de verdad del Cristo, vemos más de nuestra armonía inherente como los hijos espirituales de Dios.
La luz y la majestuosidad del Cristo nos acompañan a lo largo de esta temporada navideña y más allá. El Cristo eterno trae consuelo, fortaleza espiritual y alegría a todos.
Tenemos que tener hambre del bien. Tenemos que tener sed de la Verdad. Ciertamente, no podemos darnos el lujo de distraernos con debates sobre la forma del mensaje cuando la energía vibrante del mensaje está tan cerca.
Cuando nos apoyamos en Dios y nos sometemos a Su supremacía y cuidado, descubrimos cada vez más que podemos regocijarnos en lugar de preocuparnos.
Nuestra identidad está definida por Dios y no se puede encontrar en el ruido de las opiniones humanas, en los diagnósticos médicos, ni siquiera en la empatía y los temores bien intencionados de familiares y amigos.
Unos días más tarde, experimenté la necesaria transformación del pensamiento. Desperté dándome cuenta de que todo lo real, bueno o correcto es la manifestación del Amor divino: perfecto, completo y hermoso.
La Navidad, durante la cual se honra el nacimiento de Jesús en todo el mundo, es un momento para reflexionar sobre el Cristo y lo que significa para nosotros hoy.
Nadie puede reemplazar o sustituir a Cristo Jesús como el Mostrador del Camino de la humanidad. Su lugar como el Salvador del mundo es único.
Original en español
Los rayos del sol se filtraban a través del follaje, y parecía que las ardillas trepaban hacia la luz. Si me movía en cierta dirección, el sol resplandeciente iluminaba mi rostro. Era como si Dios mismo me estuviera hablando.
Estaba tan absorta en recordar y escribir décadas de curaciones que revelaban mi verdadera naturaleza otorgada por Dios, que, para cuando dejé de trabajar por la noche, los preocupantes síntomas habían desaparecido por completo.