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Insistí en mantener mi pensamiento solo en Dios y lejos de la sugestión de que las destructivas fuerzas materiales tenían el control.

Recordé muchas ocasiones en las que las personas de la Biblia acudieron a Dios en busca de seguridad y protección en medio de las tormentas; incluso Jesús en el mar de Galilea con sus discípulos (véase Marcos 4:37-39).

La verdadera constante es la presencia y el poder de Dios, la Vida y el Amor divinos, que iluminan nuestro camino y hacen que nuestros pasos sean seguros en cualquier situación.

Cuando regresé a la escuela, recordé que los ángeles de Dios me protegían y que podía dejar que ellos me guiaran.

Después de un tiempo, comencé a darme cuenta de que la única manera de resolver esta situación era a través de la oración, porque no estaba viendo una solución humana.

Me di cuenta de que podía dejar de recordar los aspectos materiales y comprender que lo bueno en mi experiencia era real y eterno.

Siempre habíamos apreciado la virtud y la verdad, pero ahora las veía como la manifestación misma de la presencia eterna y protectora de Dios.

Estoy profundamente agradecida por la Ciencia Cristiana. Me ha dado una vida maravillosamente armoniosa y pacífica, llena de pruebas de la bondad y el poder de Dios en las numerosas y rápidas curaciones que experimentamos mis hijos, mi esposo y yo.

Cuando abres tu pensamiento por primera vez a esta Ciencia, puedes aplicar inmediatamente sus verdades espirituales con resultados prácticos.

Me di cuenta de que podía enfrentar ese miedo y el desafío del asma como hizo David en la historia de David y Goliat.