Me ha costado saber que Dios me ama y que puedo apoyarme en Él para que me ayude en todo. Antes creía que Él solo atiende emergencias, que no debía molestarlo con otros problemas. Hasta creía que era como un pecado recurrir a Dios por todo. Hoy estoy segura de que Él nos ama infinitamente a cada uno, que todos somos valiosos para Él, y que es nuestro pronto auxilio.
Hace unos ocho años me aparecieron unas pelotitas en el párpado. Fui al médico y me examinó y me dijo que requería de una operación y que podía ser costosa, y no había ninguna garantía de que desaparecieran por completo. También mencionó que los crecimientos podían desarrollarse en el otro párpado.
En lugar de hacerme la cirugía, decidí hablar con un practicista de la Ciencia Cristiana y pedirle tratamiento metafísico u oración. Yo ya había tenido curaciones por medio de la Ciencia Cristiana y pensé que era mi mejor opción.
Al día siguiente los pequeños crecimientos estaban más grandes y más inflamados. Me sorprendí y llamé de nuevo al practicista y le dije que estaba preocupada. En aquella época, yo trabajaba como supervisora de recursos humanos y era responsable de visitar las 15 tiendas de la empresa. Ese día tenía que trabajar hasta tarde en la noche, y visitar una tienda de la compañía y tratar directamente con muchas personas. No quería escuchar los comentarios y recomendaciones humanas acerca de esta condición.
El practicista siguió orando por mí y yo estudié la definición de ojos en la página 586 de Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, escrito por Mary Baker Eddy: “Ojos. Discernimiento espiritual, no material, sino mental”.
Oré con esto y también con “la declaración científica del ser” que se encuentra en la página 468 del libro Ciencia y Salud: “No hay vida, verdad, inteligencia ni sustancia en la materia. Todo es la Mente infinita y su manifestación infinita, pues Dios es Todo‑en‑todo. El Espíritu es la Verdad inmortal; la materia es el error mortal. El Espíritu es lo real y eterno; la materia es lo irreal y temporal. El Espíritu es Dios, y el hombre es Su imagen y semejanza. Por lo tanto, el hombre no es material; él es espiritual”.
Ese día cumplí con mí compromiso de trabajo y fui a la tienda, y esperaba que nadie me dijera nada. Llegué y saludé y todos me contestaron amablemente. Hice mi trabajo y nadie hizo ni una sola observación o comentario acerca de mi ojo. Eso me llamó mucho la atención. Entonces recordé la historia del profeta Elíseo en la Biblia. Después de que su criado se alarmó al descubrir que estaban rodeados por fuerzas enemigas, Eliseo oró y dijo: “Oh Señor, te ruego que abras sus ojos para que vea. Y el Señor abrió los ojos del criado, y miró” (2 Reyes 6:17, LBLA). Entonces su criado pudo ver que estaban protegidos. Bueno, así fue para mí; sentí paz y mucha gratitud.
En los dos días siguientes, mi párpado drenó muy naturalmente. No quedó cicatriz ni rastro alguno. Fue maravilloso y yo estaba muy agradecida a Dios por mostrarme Su amor y cuidado. También estaba agradecida al practicista por su apoyo.
Entonces, me di cuenta de que había sanado de otro problema en el ojo. Me sentía constantemente acomplejada porque mis ojos se llenaban de secreción. Había tenido este problema por mucho tiempo, pero no le había pedido ayuda al practicista específicamente por esto. Sin embargo, esto también sanó por completo.
Es maravilloso saber que podemos acudir a Dios siempre, por cualquier razón.
Eva Ruth Sánchez Cruz
Tegucigalpa, Honduras