P: ¿Qué puedo hacer cuando siento que todo se está desmoronando?
R: Justo antes de graduarme del bachillerato, falleció mi mamá. Aún sentía una profunda tristeza ese otoño cuando me fui a la universidad. Pero me aferré a una promesa bíblica que había aprendido en la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana: “Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones” (Salmos 46:1). Al principio eran solo palabras para mí. Pero al aferrarme a ellas, comencé a ver cómo Dios realmente nos ayuda. Comprendí que, puesto que Él es Todo y nuestro Padre-Madre, nunca podemos estar fuera del amor paternal y maternal de Dios. Esto fue reconfortante, ya que realmente extrañaba el amoroso cuidado que mi mamá me había brindado, y pronto descubrí que esta confianza en Dios también era práctica.
Empecé a notar que cada vez que necesitaba “afecto maternal” —consuelo, consejo, guía, aliento—de alguna manera, este siempre estaba presente para ayudarme. A veces, en esos momentos, simplemente sabía lo que diría mi mamá. En una ocasión, las palabras de una persona totalmente extraña fueron exactamente lo que necesitaba. A menudo sentía como un abrazo mental o un pequeño empujoncito (lo que fuera necesario) directamente de Dios. Desde entonces, nunca he carecido de un sentido consciente de la maternidad del Amor. Y cuando la madre de una amiga falleció poco después, yo estaba lista y pude ayudarla con lo que había aprendido.
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