Durante mucho tiempo, pensé en la fe como si fuera algo frágil, débil e inconstante, algo que teníamos que reforzar continuamente. Sin embargo, hace un tiempo me di cuenta de que la fe era una cualidad en la que necesitaba pensar más.
Una de las primeras ideas que me vino fue que este deseo de saber más acerca de la fe y experimentar más de ella vino de Dios. También sentí que esto significaba que necesitaba ser más fiel a Dios. Un día, mientras contemplaba lo que significa la fidelidad, fui guiada a volver a suscribirme a las ediciones impresas del Christian Science Sentinel y The Christian Science Journal después de que mis suscripciones habían expirado, aunque todavía estaba suscrita a JSH-Online.com. De esta manera podría tener ejemplares para compartir. Para mí esto era ser más fiel al Estatuto sobre las publicaciones periódicas de la Iglesia en el Manual de La Iglesia Madre, por Mary Baker Eddy, que dice: “Será privilegio y deber de todo miembro, que tenga los medios, subscribirse a las publicaciones periódicas que son los órganos de esta Iglesia; y será el deber de los Directores hacer que tales publicaciones sean adecuadamente redactadas y que se mantengan a la altura de la época” (pág. 44).
Pero no me detuve ahí. Me pregunté de qué otra manera podía ser más fiel a Dios. Se me ocurrió que una manera era ser más fiel en orar por mí misma, la iglesia y el mundo. Para lograr el objetivo de dedicar más esfuerzo a esta actividad, tomé medidas para ser más ordenada en la forma en que oraba y para hacer de la oración un componente aun más regular de todo mi día. A medida que continuaba atesorando esta fidelidad que Dios me había dado, me sentí impulsada a vender mi casa y comprar una más pequeña que requiere mucho menos tiempo y esfuerzo para mantener. Esto me liberó para estudiar y orar más.
Un día, mientras esperaba en la iglesia a que comenzara una conferencia de la Ciencia Cristiana, y oraba para apoyar esa actividad, fui guiada a la Lección Bíblica de la Ciencia Cristiana de esa semana, que incluía estas líneas de Mateo cuando Jesús sana a dos ciegos: “Entonces les tocó los ojos, diciendo: Conforme a vuestra fe os sea hecho. Y los ojos de ellos fueron abiertos” (9:29, 30). Se me ocurrió que Jesús no se habría referido a una fe débil y humana. Debe de haber sabido que, dado que estos hombres reflejaban a Dios, ninguno de ellos podía expresar una cualidad que no tuviera su fuente en Dios. En Verdad, estos hombres eran los hijos inmortales, sustanciales, permanentes y fuertes de Dios. Por lo tanto, razoné que su fe en Dios no podía ser frágil o débil, sino tan fuerte y potente como el amor de Dios por ellos. Afirmé que todos los presentes en la conferencia estaban fortalecidos por esta fe y, por lo tanto, respondían a las verdades espirituales que compartía el orador.
Con este cambio radical de opinión sobre lo que significa la fe, busqué lo que la Sra. Eddy decía al respecto. Noté que en varias citas ella habla de una fe “absoluta”, “científica”, “sanadora” e “inquebrantable”, como en la primera página de Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras: “La oración que reforma al pecador y sana al enfermo es una fe absoluta en que todas las cosas son posibles para Dios, una comprensión espiritual de Él, un amor abnegado”. Pero también menciona la fe débil, vacilante, ciega y humana, y nos exhorta a pasar de la fe a la comprensión. Ella escribe: “Hasta que la creencia se convierte en fe, y la fe se convierte en comprensión espiritual, el pensamiento humano tiene poca relación con lo real o divino” (Ciencia y Salud, pág. 297).
Más recientemente, en una reunión de testimonios del miércoles, terminamos la reunión cantando el Himno 487, de Thomas O. Chisholm, del Christian Science Hymnal: Hymns 430–603, que incluye este estribillo:
¡Grande es Tu fidelidad!
¡Grande es Tu fidelidad!
Una mañana tras otra, nuevas misericordias veo.
Todo lo que he necesitado Tu mano me ha provisto.
¡Grande es Tu fidelidad, Dios, para conmigo!
Esto me mostró que, si Dios nos es fiel, entonces, como reflejo de Dios, somos naturalmente fieles a Él.
Una noche, días después, mientras yacía en la cama tratando de calmarme, sentí que un deseo sensual comenzaba a desarrollarse; pero el mensaje, “Yo soy fiel”, me llevó al hecho de que mi pureza es absoluta e inviolable, y el deseo desapareció por completo ante la luz de ese conocimiento y no ha vuelto.
Otra lección que estas experiencias me enseñaron es evaluar constantemente mi comprensión de lo que enseña la Ciencia Cristiana. Yo también veo esto como ser fiel. Esto significa que leo todo lo que la Biblia y Mary Baker Eddy tienen que decir sobre un tema en particular, aprendo de las ideas en las Lecciones Bíblicas, así como de los artículos en las publicaciones periódicas de la Ciencia Cristiana, y oro con lealtad.
También he aprendido que cuando pienso en la fe, debo seguir sabiendo que su fuente es Dios, el Espíritu, la Vida y el Amor, siempre. Sé que dichas cualidades que Dios otorga son eternas, infinitas y están siempre presentes, siempre disponibles, siempre expresadas y siempre activas. ¡Nunca somos nosotros la fuente de ellas! Podemos abandonar la lucha por expresarlas personalmente y, en cambio, aceptar fielmente la presencia constante del Divino. La gloria de Dios se refleja y se revela en nosotros. Suya es la gloria, la maravilla y el poder. Y hay conceptos nuevos, gloriosos y más elevados de Dios, el hombre y el universo que nos esperan a cada uno de nosotros.
