Durante mucho tiempo, pensé en la fe como si fuera algo frágil, débil e inconstante, algo que teníamos que reforzar continuamente. Sin embargo, hace un tiempo me di cuenta de que la fe era una cualidad en la que necesitaba pensar más.
Una de las primeras ideas que me vino fue que este deseo de saber más acerca de la fe y experimentar más de ella vino de Dios. También sentí que esto significaba que necesitaba ser más fiel a Dios. Un día, mientras contemplaba lo que significa la fidelidad, fui guiada a volver a suscribirme a las ediciones impresas del Christian Science Sentinel y The Christian Science Journal después de que mis suscripciones habían expirado, aunque todavía estaba suscrita a JSH-Online.com. De esta manera podría tener ejemplares para compartir. Para mí esto era ser más fiel al Estatuto sobre las publicaciones periódicas de la Iglesia en el Manual de La Iglesia Madre, por Mary Baker Eddy, que dice: “Será privilegio y deber de todo miembro, que tenga los medios, subscribirse a las publicaciones periódicas que son los órganos de esta Iglesia; y será el deber de los Directores hacer que tales publicaciones sean adecuadamente redactadas y que se mantengan a la altura de la época” (pág. 44).
Pero no me detuve ahí. Me pregunté de qué otra manera podía ser más fiel a Dios. Se me ocurrió que una manera era ser más fiel en orar por mí misma, la iglesia y el mundo. Para lograr el objetivo de dedicar más esfuerzo a esta actividad, tomé medidas para ser más ordenada en la forma en que oraba y para hacer de la oración un componente aun más regular de todo mi día. A medida que continuaba atesorando esta fidelidad que Dios me había dado, me sentí impulsada a vender mi casa y comprar una más pequeña que requiere mucho menos tiempo y esfuerzo para mantener. Esto me liberó para estudiar y orar más.
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