Había estado dedicando gran parte de mi tiempo a orar y pensar en la iglesia. Nuestra iglesia tenía algunos desafíos. El edificio necesitaba arreglo; lo que costaría mucho dinero. Y la asistencia en persona a nuestros servicios se había reducido después de la pandemia, ya que más individuos continuaron asistiendo a los servicios en línea.
Nos comunicamos con La Iglesia Madre en busca de apoyo. Alguien del Departamento de Actividades de la Iglesia se reunió con nuestros miembros por Zoom y nos ayudó a recuperar nuestro enfoque: la curación. Nuestros miembros se sintieron inspirados y animados, pero los desafíos continuaron.
Con una escasa membresía, la gente debía realizar muchas tareas. Se esperaba que todos fuéramos ujieres, maestros de la Escuela Dominical y voluntarios de la Sala de Lectura. Necesitábamos presidentes de comités, así como gente que supiera de tecnología para nuestros servicios híbridos (tanto en persona como en línea). Y, por supuesto, necesitábamos cubrir los otros puestos esenciales de tesorero, secretario y Lectores.