Tener una curación en la Ciencia Cristiana nos da fuerza, tranquilidad y confianza en el poder y el cuidado de Dios. Mi vida ha estado llena de altibajos, pero fue una gran bendición conocer la Ciencia Cristiana a los trece años.
Durante mis años de estudios universitarios, trabajaba y estudiaba en la universidad los fines de semana porque quería mejorar. Me esforzaba y sacrificaba horas de descanso para salir adelante.
En un momento dado, cursaba una clase costosa sobre un nuevo tema que parecía muy diferente de los demás. Estaba matriculada en varias clases también, y sentía que nunca tenía suficiente tiempo para mis estudios. Me preocupaba no aprobar la materia sobre el nuevo tema porque no lograba entender algunas cosas aunque el plan de estudios era interesante y la maestra muy preparada. La demanda de la clase me obligaba a esforzarme el doble. A pesar de trabajar duro, en los dos primeros exámenes no me fue muy bien, por lo cual necesitaba una calificación más alta en el tercer examen. Estaba muy preocupada y decidí orar.