En 2016, estaba embarazada por tercera vez, esperábamos una niña, y la familia estaba de lo más feliz esperando su llegada. Sin embargo, cuando me hice un chequeo prenatal, el doctor me dijo, de un modo que nos asustó, que había un problema con mi hija, ya que el ultrasonido mostraba que había fluido en su estómago. Esto fue un mes antes de que naciera.
Me mantuvieron bajo observación durante muchas horas, y me dieron una cita para que regresara al día siguiente con mi marido, para que pudiéramos hablar con el doctor y me examinara nuevamente. Al final de la cita, el médico nos dijo que nuestra hija tenía una malformación y que lo más probable era que naciera muerta o muriera poco después de nacer. Nos preguntó amablemente qué queríamos hacer.
Yo nací y fui criada en la Ciencia Cristiana, esto me ha llevado siempre a tener una convicción muy fuerte de la presencia de Dios en mi vida, mi familia y mi alrededor. A lo largo de los años, he tenido muchas curaciones únicamente mediante la oración y la comprensión espiritual del inspirado mensaje de la Biblia que obtuve a través del estudio de la Ciencia Cristiana; y sabía que Dios nos da a cada uno de nosotros, Sus ideas, toda la inspiración que necesitamos para enfrentar cualquier momento de incertidumbre. Yo no tenía miedo, aunque esta situación era nueva para mí, y confiaba en que Dios estaba con nuestra familia y nos guiaría.