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Original Web

Para Jóvenes

Superé el bloqueo de escritor

Del número de agosto de 2017 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Publicado originalmente en el Christian Science Journal de Marzo de 2017.
 Apareció primero el 15 de junio de 2017 como original para la Web.


¡Tenía tanto miedo por ese trabajo final! La tarea parecía abrumadora, por eso la postergué, por mucho tiempo. Lo único que podía pensar era: “Me sentiré tan contenta cuando haya terminado este estúpido trabajo”.

Finalmente, tenía que escribir algo. Pero me sentía paralizada. Desesperada, llamé a un practicista de la Ciencia Cristiana para que orara por mí. Sabía que tenía que comprender que no era un mortal agobiado que no sabía qué escribir o cómo escribirlo. Yo era la expresión de la Mente omnisciente, Dios, y reflejaba inteligencia y claridad.

El practicista me pidió que pensara en un poema titulado “El contentamiento divino sana”, y también en el Himno 93 del Himnario de la Ciencia Cristiana.

La primera estrofa del poema captó por completo mi atención y mi opinión respecto a esta tarea comenzó a cambiar. Dice así:

…. Estoy
en los negocios de mi Padre ahora y siempre;
ningún otro empleo deseo.

Esta es la presencia de Dios; suficiente es Su compañía
para satisfacerme plenamente.

(Peter J. Henniker-Heaton —Divine Contentment Heals— del Christian Science Journal de Febrero de 1953.)

¡Guauu! Me di cuenta de que si estoy “en los negocios de mi Padre”, ¡entonces no hay nada más que preferiría estar haciendo! Y puesto que “esta es la presencia de Dios”, no tenía que escribir este trabajo por mi cuenta. Dios estaba allí conmigo, inspirándome y dándome ideas inteligentes todo el tiempo.

Después, volví mi atención al himno. Una idea que se destacó particularmente fue que la bondad de Dios nunca cesará. Comprendí que Dios no iba a ser “más Dios” (más bien, no iba a estar más presente, más disponible) después de que escribiera y entregara el trabajo, de lo que Él ya lo era en ese momento. Y yo tenía el derecho divino de estar contenta y en “perfecta paz” ahora, no solo después de que el proyecto estuviera terminado.

Y así fue como empecé a escribir. Las ideas fluían. Y cada vez que venían las sugestiones de que me sentiría  muy contenta cuando terminara, o que me estaba tardando mucho, las rechazaba con la inspiración que había obtenido.

Llegó el día de entregar el trabajo, y teníamos que estar en clase a tiempo o recibiríamos un cero. A los trabajos presentados después de esta fecha límite se les bajaba un punto de la nota por cada día de retraso. Como yo lo había ido posponiendo, todavía no lo había terminado. Me sentía tentada por la ansiedad, la autocrítica, e incluso contemplaba la posibilidad de no ir a clase. Pero en lugar de eso, me volví al Himno 93 en busca de más inspiración, y esta vez la encontré en el tercer verso: “Viviendo en el Amor que no puede cambiar / del ansioso temor el hombre encuentra liberad” (según versión en inglés) (William P. McKenzie).

Decidí asistir a clase, consciente de que el lío en el que parecía estar, no podía separarme del amor de Dios ni despojarme de la paz que Dios me había dado. También juré no faltar a ninguna otra clase para poder terminar el trabajo, sino confiar en que Dios estaba cuidando cada detalle. Para mi sorpresa, cuando regresé a mi habitación a la hora del almuerzo para continuar escribiendo, una compañera de cuarto se ofreció, sin pedírselo, a transcribir mi trabajo —tarea que yo temía— mientras yo terminaba de escribirlo. A las 5 de la tarde, el documento estaba completo, perfectamente mecanografiado y entregado.

Estaba agradecida por haber terminado, pero no porque estuviera desesperada por terminar. Me sentía agradecida porque escribir ese trabajo, después de abordarlo teniendo una mayor conciencia de la omnipresencia, el amor y la guía de Dios, se convirtió en un vehículo a través del cual superar temores y limitaciones, y confiar más en Dios. Y aunque fue descontado el puntaje por la tardanza, la calidad de mi análisis y escritura demostró ser una norma reconocida de excelencia que antes me había parecido imposible de alcanzar.

Publicado originalmente en el Christian Science Journal de Marzo de 2017.
Apareció primero el 15 de junio de 2017 como original para la Web.

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