
Relatos de curación
Muchas Veces Me había dicho a mí misma que debería escribir para el Heraldo, pero continué postergando la idea. Recientemente se volvió una necesidad primordial para mí dar testimonio de las bendiciones que he recibido desde que conocí la Ciencia Cristiana.
Estoy Realmente agradecida por haber crecido conociendo la Ciencia Cristiana. Vislumbres del gran amor que siente Dios por todos nosotros y de Su omnipotencia y omnipresencia me han bendecido y sostenido en mis estudios, carrera, salud y relaciones con los demás.
Cuando encontre la Ciencia Cristiana hace ya diez años, mi salud estaba en un estado precario. Sufría de alta presión arterial y de artrosis en la rodilla, lo que me impedía ir a trabajar con regularidad, el médico del establecimiento industrial donde trabajaba, se interesó mucho en mi caso, pero yo no notaba mejoría alguna.
Cuando Yo Era muy joven, mi padre abandonó a mi mamá, a mi hermano, a mi hermana y a mí, dejándonos sin recursos para vivir. Poco después, mi abuela, una Científica Cristiana muy dedicada, vino a cuidar de nosotros.
Tuve La Mejor preparación posible en mi campo profesional, y me fue muy bien en la escuela. Pero cuando me casé, conscientemente decidí poner a un lado mi carrera formal para criar a mis hijos.
Un Dia Mientras esperaba el autobús, empecé a sentir picazón en un ojo. Cuando llegué a la escuela, mi maestra me llevó a la enfermería.
Cuando Mi Primer esposo murió repentinamente dejándome con tres hijas muy pequeñas, me di cuenta de que si queríamos sobrevivir, yo necesitaba tomar al toro por las astas. Apreciaba haberme criado en la Ciencia Cristiana, pero hasta ese momento no la había estudiado ni practicado con dedicación.
Tuve Una Curacion que me da mucha fortaleza, y por la cual agradezco a Dios con frecuencia en silencio. Una tarde cuando no me sentía del todo bien, pedí permiso para retirarme del trabajo temprano.
Cuando Era Joven asistí a una Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana durante dos años. En esa época llevaba más de un año sufriendo de un eczema en la cara.
Cuando En 1964 me preparaba para contraer matrimonio, no era obligatorio que se hiciera ningún tipo de examen médico en mi país de origen, Brasil. Por lo tanto, no conocía cuál era mi grupo sanguíneo ni el factor Rh.