Mi Abuelo Era ministro protestante, y en mis primeros años de vida, él y yo pasamos mucho tiempo juntos hablando sobre religión. Era muy paciente con mis preguntas, nunca las respondía directamente, sino que me alentaba a que encontrara yo mis propias respuestas. Él acostumbraba a decir: "Dios es Amor".
En mi adolescencia leí muchos libros sobre la "New Age", y aunque los encontraba muy interesantes, no estaba satisfecha.
Mi búsqueda espiritual continuó de esta manera hasta hace cinco años, cuando prematuramente mi situación cambió. Vivía a cuatro mil kilómetros de mi familiar más cercano, cuidando de una hija pequeña y con un muy complicado y aterrador matrimonio. Mi esposo en aquel tiempo tenía un temperamento muy violento y me maltrataba físicamente. Una noche muy tarde después de estar casados siete años, se enfureció tanto que me despertó y tuvimos una terrible escena. De pronto comprendí que mi situación era crítica. Recordé que mi abuelo me había dicho que Dios es Amor. Busqué con todo mi corazón al Dios que había tratado de entender toda mi vida, y dije: "Por favor, muéstrame la verdad".
Me sentía abrumada por emociones negativas
Al poco tiempo una mujer se mudó a la isla donde yo vivía. Tenía tres hijos chicos y nuestros hijos empezaron a hacerse amigos. Yo estaba profundamente impresionada con esta mujer. Era muy inteligente, y tenía una personalidad llena de vitalidad. Un día le pregunte a qué iglesia asistía y me respondió a la de la "Ciencia Cristiana".
Cuando comprendió que yo estaba muy interesada, me dio algunos ejemplares del Sentinel para leer. Me los llevé a mi casa y realmente los estudié durante días. Compré un ejemplar de Ciencia y Salud, y empecé a estudiar las Lecciones Bíblicas que se encuentran en el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana. Me costó mucho al principio entenderlo, pero lo poco que pude entender me brindó un destello de paz y entusiasmo, y me aferré a ello con todo lo que podía.
Mi vida empezó a cambiar drásticamente. Mi esposo tuvo un inesperado cambio de trabajo y nos mudamos muy cerca de donde vivía mi familia. Después de eso mi matrimonio se convirtió en algo tan intolerable que consideré necesario hacer los trámites de divorcio. Durante los primeros meses después de separarme de mi marido, leí constantemente Ciencia y Salud. Me sentía abrumada por emociones negativas, pero esto me impulsaba a estudiar y a orar más.
Una noche estuve muy ansiosa de ver un programa de televisión que trataba sobre el mal trato a las mujeres. Minutos antes de que el programa empezara, repentinamente decidí no verlo. Argüí de que tenía todo el derecho de verlo, debido a que ésa había sido mi experiencia. Pero comprendí que si iba a ser fiel a la Ciencia Cristiana, yo no podía hacerlo a medias. Y que si tenía la posibilidad de recibir un mensaje de Dios, deseaba escucharlo, mucho más que ver el programa de televisión.
Me fui a mi habitación y abrí la Biblia al azar. Nada que leí parecía que se aplicaba a mi situación, y puse la Biblia en mi cama, entonces se abrió en este versículo de Rut 2:12: "Jehová recompense tu obra, y tu remuneración sea cumplida de parte de Jehová Dios de lsrael, bajo cuyas alas has venido a refugiarte".
Luego de eso leí todo el libro de Rut, aunque antes lo había leído, pero los versículos tuvieron ahora en mí un significado diferente. La luz llenó mi habitación, y comprendí que algo muy especial me estaba esperando.
Me hice miembro de una iglesia filial y de La iglesia Madre, y conocí y me casé con un Científico Cristiano que es gentil y amoroso. Mi nuevo esposo y sus dos hijos son maravillosos ejemplos para mis pequeñas hijas; son unos caballeros que las tratan a ellas y a su madre con tremendo respeto. Nuestras familias se han integrado con gran armonía y mucha alegría. Nunca hubiera imaginado ni en mis mejores sueños que el matrimonio fuera algo itan divertido!
La Ciencia Cristiana me liberó de una situación que parecía no tener solución, y por esto estoy profundamente agradecida. También estoy muy agradecida a la practicista que trabajó incansablemente para darme aliento y apoyo, y a todos los miembros de la iglesia que me llevaban y traían de la iglesia a mí y a mis hijas durante los meses que yo no tenía automóvil.
Conocí a mi amiga cuando ambas vivíamos en una isla en la costa este de los Estados Unidos. Ella fue muy amorosa conmigo y me recibió con mucho afecto, cuando yo era nueva en ese lugar. Cuando me visitaba a mi y a mis hijos, a menudo hablábamos sobre religión y Dios. Estuvo muy interesada en saber más acerca de la Ciencia Cristiana, y le regalé algunos ejemplares del Sentinel, que aceptó muy agradecida. Es realmente interesante que hubo dos cualidades que ella poseía que me llamaron mucho la atención: su dulzura y su inocencia.
Después que ella y su marido se mudaron, mis hijos y yo también nos mudamos. Continuamos llamándonos por teléfono o comunicándonos de vez en cuando con alguna nota. Entonces recibí una llamada de ella que al principio pareció amistosa y normal. Sin embargo, cuando hablábamos se sintió impulsada a contarme sobre su relación con su marido, y que siempre la había maltratado físicamente. Y ese abuso había aumentado hasta el punto que en una oportunidad trató de estrangularla, y rompió el cable del teléfono cuando ella intentaba llamar al 911 para pedir ayuda. Al poco tiempo de ese incidente, ella y sus hijas se fueron de la casa.
Mi amiga me dijo que había sido muy difícil comentar esto a otra persona, y que yo era una de las primeras personas en saberlo. Fue muy difícil ese período para ella, al decidir separarse y quedarse con las hijas, divorciarse y tratar de continuar con su educación. Cuando hablábamos por teléfono durante ese período, fue obvio para mí que ella empezaba a manifestar cualidades de fortaleza y sabiduría. Su vida se volvió muy ordenada y llena de progreso, mientras enfrentaba cada nuevo desafío.
Cuando finalmente se divorció, me contó acerca del apoyo y la amistad que le brindó un hombre que era miembro de su iglesia filial. Me dio mucho gusto saber que estaban planeando casarse y unir sus familias.
La evidencia de lo completa que fue esta curación es tan fortalecedora, que me siento honrada de haber sido testigo de la misma.
La Iglesia Madre
es La Primera Iglesia de Cristo, Científico,
en Boston, Massachusetts.
Sus filiales se denominan Iglesias de Cristo,
Científico, y Sociedades de la Ciencia Cristiana.