Una De Las Cosas maravillosas que sentí cuando empecé a estudiar la Ciencia Cristiana fue un abandono total de lo que había sostenido como verdad hasta ese momento. Comprendí que mis puntos de vista anteriores sobre Dios eran insostenibles, porque no estaban basados en una verdad demostrable; eran una mezcla de teorías contradictorias que no eran siempre prácticas, y que sólo satisfacían temporalmente mi anhelo de conocer a Dios.
Cuando conocí la Ciencia Cristiana me afirmé completamente en el Cristo, la Verdad, y mi búsqueda de Dios cesó. Comencé a ver que Dios era la Vida siempre presente que se podía demostrar.
Los conceptos equivocados acerca de Dios fueron desapareciendo reemplazados por las ideas correctas concernientes a la única Vida divina. Percibí un mundo nuevo, el mundo de la creación espiritual de Dios, donde el hombre como Su imagen es perfecto y eterno.
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