Fui Criada en un hogar lleno de amor, asistí a la Escuela Dominical con mis dos hermanas hasta que cumplí veinte años. Siempre estaré agradecida a todos los maestros que nos ayudaron a apreciar y a amar la Biblia. Aprendimos que Dios es Amor, que el hombre es Su imagen, y que podemos poner toda nuestra confianza en Dios. Una de las cosas que nos enseñaron que fue sumamente útil, fue el Padre Nuestro con su interpretación espiritual que escribió la Sra. Eddy en Ciencia y Salud.
He tenido muchas curaciones mediante la Ciencia Cristiana, pero una que me impresionó mucho ocurrió hace seis años. Noté que tenía un bulto en el cuerpo y me alarmé mucho. Me vino al pensamiento una declaración que siempre me había ayudado: "Dios es el creador del hombre, y permaneciendo perfecto el Principio divino del hombre, la idea divina o reflejo, el hombre, permanece perfecto: (Ciencia y Salud, pág. 470). Me ayudó mucho reflexionar sobre estas palabras de verdad. También llamé a una practicista de la Ciencia Cristiana para que me apoyara.
Sus afirmaciones sobre mi identidad espiritual me tranquilizaron mucho. También sabía que tenía que orar por mí misma para entender con mayor claridad que Dios me hizo perfecta, a Su semejanza, y que Él mantiene la perfección de Su creación. El amor que Dios siente por el hombre es constante y, por lo tanto, la perfección del hombre también es constante. En mis oraciones me esforcé por ampliar mi visión y reconocer que todos somos, los hijos de Dios, y que Él nos cuida y ama. Durante ese período, la practicista y yo hablábamos por teléfono con frecuencia lo que me alentaba mucho. Al escuchar constantemente a Dios, y tratar de estar cerca de Él, me convencí de tal modo de la constante armonía de la Vida, que todas mis dudas y temores ocultos desaparecieron.
Jesús dijo: "Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres" (Juan 8:32). Sentí que hice eso y fui liberada del temor.
Después el bulto se abrió y empezó a drenar, esto me dio tanta alegría que pude decirle a la practicista que se había completado la curación. Me da mucho gusto decir que esta curación ha sido permanente.
Hace poco estuve muy agradecida a una practicista que oró por mí cuando falleció mi esposo. Mi pensamiento se elevó tanto al comprender que Dios es la Vida del hombre, y que Su amor nos abraza a los dos, que no sufrí ninguna pena. Al contrario, me sentí llena de gratitud por todas las maravillosas cualidades que mi esposo siempre había expresado, y por todas las alegrías que habíamos vivido juntos. No tenía ningún motivo para sentir pena o temor porque sabía que mi esposo continuaría conociendo más a Dios, al igual que yo.
Sherborne, Dorset,
Inglaterra
