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Algunos Años Después...

Del número de noviembre de 1996 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Algunos Años Después de haber tomado clase de instrucción primaria en la Ciencia Cristiana, comencé a darme cuenta de que los períodos de depresión que había tenido durante algunos intervalos de mi vida, eran ejemplos de magnetismo animal. Éste es un término que se utiliza en la Ciencia Cristiana para describir la naturaleza del error, que muchas veces aparece en forma agresiva y muy real. La Ciencia Cristiana enseña a sus seguidores a reconocer que Dios es todopoderoso, y que por esta razón el magnetismo animal, o cualquier otro error, es en realidad erróneo e irreal.

Vi que debía trabajar negándole todo poder a la depresión. Hice un esfuerzo consciente para comprender que la alegría era mi derecho divino, que no había ningún poder que me pudiera apartar de la alegría, y que conocía todo lo que necesitaba para defenderme de cualquier cosa que fuera una sugestión mental agresiva. Esto es lo que el Manual de la Iglesia escrito por la Sra. Eddy nos instruye (véase Art. VIII, Sec. 6). Cuando comprendí que mi deber para con Dios incluía también el gozo, pude disipar la depresión permanente que sentía.

Mi esposa y yo estuvimos muy agradecidos por tener el apoyo de la oración, cuando criábamos a nuestra familia. El Himnario de la Ciencia Cristiana fue un maravilloso consuelo en muchas ocasiones. Un caso que recuerdo es cuando nuestro hijo estaba enfermo y buscaba consuelo pidiéndonos que “dijéramos la oración del trazo feroz”. Sabíamos que probablemente se estuviera refiriendo a las palabras de un himno (todavía encuentro muy valioso recordar qué oraciones poderosas son las palabras de los himnos). Pero tuvimos que pensar seriamente y consultar una concordancia, antes de darnos cuenta de que el himno que él quería era un poema escrito por la Sra. Eddy, que incluye estas líneas: “Amor, que traza la feraz promesa en iris fiel de paz ” (No. 30). Las palabras que hablaban del Amor divino le dieron la tranquilidad que necesitaba. Después de que cantamos el himno, durmió toda la noche y estuvo mejor al día siguiente. Siempre me gusta cantarle himnos a nuestros hijos.

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