En La Página 4 de Ciencia y Salud, la Sra. Eddy dice: "Simplemente pedir que podamos amar a Dios, nunca nos hará amarle; pero el anhelo de ser mejores y más santos, expresado en vigilancia diaria y en el esfuerzo de asimilar más del carácter divino, nos modelará y formará de nuevo hasta que despertemos a Su semejanza". Tengo dos pruebas de cuán eficaz puede ser esta actividad.
Durante mis años de primaria y secundaria, sufría de un severo eczema que me cubría manos y brazos. Mi apariencia provocaba mucha inquietud entre mis compañeros y maestros. Pero mis padres estaban firmes en la oración conmigo, a menudo en el medio de la noche, cuando la condición empeoraba. En varias ocasiones llamamos a varios practicistas de la Ciencia Cristiana para que me ayudaran a comprender la verdad sanadora de que Dios es el único Padre divino, y que yo era Su hija bienamada. Fui alentada a aprender todo lo posible sobre los ejemplos que Jesús y la Sra. Eddy manifestaron en su vida. Cuando hice esto, me sorprendió el amor incondicional que demostraron estos dos seres hacia los demás, y comencé a hacer un esfuerzo consciente para expresar el mismo paciente y persistente amor cuando me relacionaba con mis amigos y hermanos.
A diferencia de otras curaciones físicas que había tenido, la curación de eczema se efectuó después de poner en práctica por años lo que había aprendido en la Ciencia Cristiana. Como resultado de mis esfuerzos por expresar amor me convertí en una mejor persona. También obtuve una más sólida convicción del amor siempre presente que tiene Dios por el hombre. Mi piel se volvió totalmente suave, y ha permanecido así por más de veinte años. Las uñas de mis manos, que mi abuelo que es médico me dijo que jamás me crecerían, crecieron derechas y fuertes.
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