Relatos de curación
Desde que conocí la Ciencia Cristiana Christian Science (crischan sáiens) , me di cuenta de que ésta es una enseñanza muy práctica, ya que por medio de mi estudio de la Ciencia, he aprendido a pensar y actuar inteligentemente ante las más difíciles situaciones que he enfrentado, y especialmente en aquellos casos relacionados con hechos delictivos. Un día, al entrar en mi casa, vi que todas las gavetas en cada habitación estaban abiertas, y que habían sacado ropa y papeles y estaban tirados por el suelo, además, habían desaparecido muchas cosas.
Tengo mucho por lo que estar agradecida. Tenía cinco años de edad, y era una de seis niños, cuando una vecina que era Científica Cristiana dio a conocer estas enseñanzas a mi madre, prestándole literatura sobre Ciencia Cristiana.
“La Verdad es siempre victoriosa” ( Ciencia y Salud por la Sra. Eddy, pág.
Se me educó en la Ciencia Cristiana, y asistí a la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana hasta la edad de veinte años. Si bien fui testigo de curaciones en nuestro hogar mientras crecía, no empecé a estudiar seriamente esta Ciencia hasta el año 1954, cuando estaba encarando un problema de carácter físico con mi hijo menor, que en ese entonces tenía cuatro años de edad.
Estoy muy agradecida por la Ciencia Cristiana Christian Science (crischan sáiens) y por lo que ésta ha hecho por mí. Antes de que la Ciencia llegase a mi vida, no tenía ninguna comprensión de la bondad absoluta de Dios.
Mi primera curación significativa ocurrió antes de que hubiese decidido estudiar seriamente Ciencia Cristiana, y antes de que entendiese realmente cómo y por qué esta enseñanza es eficaz. De modo que la experiencia me demostró que lo que sana no es la mente humana, sino Dios, el Amor divino.
¡Qué alegría siento al poder expresar mi agradecimiento por la Ciencia Cristiana! Crecí en un hogar en el cual se estudiaba y se practicaba la Ciencia, y asistí a una Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana hasta los veinte años. Más tarde, me casé y tuve cuatro niños encantadores, quienes también asistieron a una Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana.
Durante mi adolescencia y ya en la universidad, indagué acerca de varias religiones y llegué a la conclusión de que, si existía algún Dios, no era posible conocerlo. Las clases de filosofía que había tomado mostraban los inútiles intentos de la humanidad de probar la existencia de Dios sobre la base de razonamientos lógicos humanos, y me llevaron a investigar las drogas alucinógenas como una manera de encontrar un significado más profundo para mi vida.
A través de toda una vida de confiar en Dios mediante la Ciencia Cristiana Christian Science (crischan sáiens) para la curación de cada enfermedad, he descubierto que cada curación tiene, como base, una bendición que va más allá del mero ajuste físico o alivio. Entre las muchas curaciones que puedo recordar con un sentido de haber sido espiritualmente más elevada o de haber progresado perceptiblemente en el sendero del Cristo, una que sucedió en la primavera y el verano de 1984 es la que recuerdo más vívidamente.
Expreso gracias y gratitud a Dios por las numerosas bendiciones y curaciones que he tenido por medio de la Ciencia Cristiana durante los recientes años. También estoy agradecido por dos magníficos Científicos Cristianos, quienes, con su amor, me inspiraron para que volviera al estudio y a la práctica de la Ciencia Cristiana.