Desde temprana edad me preguntaba por qué las cosas sucedían de ese modo y recibía respuestas que no me satisfacían. La inconformidad continuó así por muchos años y mis problemas aumentaron. Finalmente, me sentí tan desdichado e incapaz de hacerle frente a la vida y convencido de que mi familia estaría mejor sin mí, que intenté suicidarme. (Yo había estado bajo atención médica tomando varios tipos de medicamentos. Sufría de artritis, severos dolores de cabeza y problemas en la espalda que me incapacitaban, y otros problemas.)
Cuando el intento de suicidio falló, me quedé con mucho en que pensar. Ya no podía huir de mis múltiples y crecientes problemas, sino que tenía que hacerles frente. Al día siguiente, un amigo que conocía bien mi situación, me dio a conocer la Ciencia Cristiana.
Debo admitir que no acepté la Ciencia Cristiana de todo al corazón al instante, pero sí pedí prestado el libro de texto, Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por la Sra. Eddy. Los primeros capítulos del libro contestaron algunas de las preguntas con las que había estado luchando desde mi niñez.
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