
Relatos de curación
La Ciencia Cristiana llegó a mí durante un tiempo particularmente difícil de mi vida. Durante muchos años yo había estado sufriendo de una enfermedad crónica que me causaba gran sufrimiento y que requería que yo tomara medicina varias veces al día.
Hace alrededor de ocho años me percaté de que una mancha en mi cuerpo había cambiado radicalmente de apariencia. En ese entonces, las urgentes advertencias al respecto que se hacían al público a través de los medios de difusión, vinieron a mi mente.
En mi juventud investigué varias avenidas materiales buscando paz y felicidad y alguna razón para vivir. Finalmente‚ gracias a un sincero anhelo de algo mejor‚ encontré la Ciencia Cristiana.
A veces‚ solía preguntarme cómo hubiera sido mi vida si no hubiera conocido la Ciencia Cristiana hace unos treinta y seis años. Ahora‚ sin embargo‚ esta Ciencia es una parte tan grande de mi existencia que no puedo ni siquiera imaginar otra forma de vida.
Cuando llegó el momento de jubilarme‚ me sentía un poco atemorizado por el futuro. Me preguntaba cómo mi esposa y yo podríamos sobrevivir con una entrada tan reducida.
Hace unos dos años‚ apareció un pequeño crecimiento en la parte interior de mi labio inferior. En ese tiempo‚ yo trabajaba durante el verano enseñando a nadar a niños pequeños.
Hace más de cincuenta años que supe acerca de la Ciencia Cristiana por primera vez. Durante este período fui maravillosamente guiado por el Amor divino.
Un día en el trabajo, a la hora del almuerzo, algunas amigas y yo hablábamos sobre cómo había sido nuestra relación con nuestras madres a medida que íbamos creciendo. Dos de ellas relataron experiencias dolorosas y añadieron que estaban preocupadas porque ahora manifestaban rasgos negativos que ellas habían observado en sus madres y abuelas.
Hace varios años me encontraba en lo que parecía ser un callejón sin salida en mi trabajo. No solamente me encontraba insatisfecha, sino que no estaba haciendo uso de toda la capacidad intelectual que yo sabía que podía ofrecer a mi patrono.
Cuando joven tuve muy buena salud. Entonces, como a la edad de veinte años, se me desarrollaron fuertes síntomas de asma.