He estudiado la Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens) y confiado en ella para mi curación desde que tenía veinte años de edad. Sin embargo, durante mi niñez y mi adolescencia, tuve dos dificultades físicas que fueron atendidas médicamente y declaradas incurables: tiña y sinusitis. Me dijeron que sufriría de ellas toda mi vida.
Cuando comencé a interesarme por la Ciencia Cristiana, la sinusitis se había convertido en un doloroso problema diario. (Los calmantes que me habían recetado no me hacían ningún efecto.) En una sola visita a un practicista de la Ciencia Cristiana, sané de la sinusitis. Absorbí las explicaciones del practicista sobre Dios y Su cuidado amoroso y constante. Siempre se me había dicho que, cuando sufríamos, era por la voluntad de Dios. Aprender que esto no era verdad rompió el hielo de mi corazón y me trajo un sentido de paz que nunca antes había experimentado.
Durante dos semanas, estuve temerosa de que la sinusitis recurriera. Volvía a llamar al practicista, quien siempre me aseguraba del cuidado tierno de Dios. Finalmente, acepté la curación, y ha sido permanente. (Todavía vivo en el mismo clima, el que supuestamente era causante de este tipo de enfermedad.)
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