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Hace varios años, me encontré frente a una crisis personal que...

Del número de noviembre de 1984 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


El siguiente testimonio fue escrito por una señora que reside en una zona donde los derechos individuales y la libertad religiosa están muy restringidos.

Hace varios años, me encontré frente a una crisis personal que cambió mi vida por completo. Por el momento, estaba segura económicamente. También tenía un departamento. Y, a pesar del desempleo que prevalecía, yo podía encontrar trabajo. Estaba agradecida por cada día.

Muy pronto se hizo evidente que, mediante la continua bondad del Amor divino, había una bendición en reserva para mí. Tomé la decisión de abandonar todo — las personas y mi tierra natal, que yo tanto amaba — para casarme con un Científico Cristiano, que había conocido desde mi niñez.

Por medio de la oración, estimé que ésta era la decisión correcta que yo debía tomar. Sin embargo, muchos obstáculos se presentaron en nuestro camino, desde el momento de la decisión hasta el matrimonio mismo. No obstante, dejando atrás el pasado, afirmando que Dios es el único poder y aferrándonos a las verdades de la Ciencia Cristiana, fuimos guiados y salimos de grandes dificultades. Estas palabras de Nehemías (8:10): “El gozo de Jehová es vuestra fuerza”, me dieron valor en tiempos de prueba.

Durante este tiempo, medité frecuentemente sobre “La oración diaria”, en el Manual de La Iglesia Madre (Art. VIII, Sec. 4), donde la Sra. Eddy nos exhorta: “Será deber de cada miembro de esta Iglesia orar diariamente: ‘Venga Tu reino’; haz que el reino de la Verdad, la Vida y el Amor divinos se establezca en mí, y quita de mí todo pecado; ¡y que Tu Palabra fecunde los afectos de toda la humanidad, y la gobierne!” También aprecié estas palabras del libro de texto de nuestra querida Guía, la Sra. Eddy (Ciencia y Salud, pág. 261): “Mantened vuestro pensamiento firmemente en lo perdurable, lo bueno y lo verdadero, y los experimentaréis en la medida en que ocupen vuestros pensamientos”. Algunas veces acudí al himno “Oración Vespertina de la Madre” por la Sra. Eddy (Himnario de la Ciencia Cristiana, N.° 207). Cuando cantaba este himno, que comienza: “Gentil presencia, gozo, paz, poder”, me sentía libre y segura en Dios. Podía sentir que Dios estaba conmigo en palabra y obra; porque hasta en mi nueva ubicación, las publicaciones de la Ciencia Cristiana me llegaban, aunque esto pareciera una imposibilidad.

Sucedieron hechos que condujeron a una clarificación gradual para que yo pudiera quedarme en el país de mi esposo, y así comencé un nuevo período en mi vida. Hoy sé que la comprensión espiritual acerca de Dios, adquirida mediante las enseñanzas de la Ciencia Cristiana, me guiaron paso a paso. Hace ya varios años que mi esposo y yo vivimos felizmente. Continuamos el estudio de Ciencia Cristiana y compartimos lo que aprendemos con otras personas.

Esta experiencia me ha enseñado que Dios remueve cualquier obstáculo que se presenta en el camino de nuestro progreso espiritual, y que el Amor divino responde a cada deseo legítimo, cuando nos dejamos guiar por Dios. Tuve prueba de esto cuando se hizo posible para mí tomar instrucción en clase de Ciencia Cristiana, a pesar de la oposición de las llamadas leyes humanas. Por esta magnífica oportunidad doy gracias a Dios de todo corazón. Sobre todo, he aprendido que el crecimiento espiritual tiene lugar ahora, aquí mismo donde estoy, ya sea en el Este, Oeste, Sur o Norte. Por la continua confianza en Dios y mi amor por Él, puedo vivir en la verdad, y estoy muy agradecida porque, como resultado de esto, mi carácter se ha ido modificando y ha mejorado.

Estoy muy agradecida a todos los amigos que me han respaldado durante los años recientes, a mis queridos padres y a mi querido esposo por el amor y la paciencia de ellos. También hago extensiva mi gratitud a La Sociedad de la Ciencia Cristiana, a la que tuve el privilegio de servir por varios años antes de mi traslado.

Estoy agradecida por haber sido guiada de manera firme a una más amplia y mejor comprensión de la Ciencia divina. Practico estas enseñanzas todos los días, y me esfuerzo por ser gobernada solamente por Dios, el bien.

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Con regocijo confirmo el anterior testimonio de mi esposa. Hemos superado lo que parecían dificultades insuperables con la ayuda de la Ciencia Cristiana. Mi concepto de libertad ha trascendido los límites impuestos por los hombres, y me ha dado un sentido de seguridad que creo que ha venido sólo por medio de esta Ciencia. Por décadas, el estudio y la práctica de los escritos de la Sra. Eddy me han dado pruebas de que sólo por nuestra fe en Dios podemos elevarnos por encima de las aflicciones humanas. El aferrarme a la unidad del bien divino, la unidad de los hombres que encuentra su fuente en la unidad de Dios con el hombre espiritual, continuará siendo mi objetivo al trabajar en la viña del Señor.

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