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[Original en francés]

En 1969 un condiscípulo me llevó a una conferencia sobre Ciencia Cristiana*.

Del número de octubre de 1984 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


En 1969 un condiscípulo me llevó a una conferencia sobre Ciencia Cristiana Christian Science (crischan sáiens). El conferenciante explicó a los asistentes la curación por medio de la Mente en la Ciencia Cristiana, y también habló de la revelación divina que tuvo Mary Baker Eddy, la cual la llevó a su descubrimiento de la Ciencia Cristiana y a la fundación de La Primera Iglesia de Cristo, Científico, en Boston, Massachusetts.

Después, hice algunas preguntas al conferenciante. Resumiendo, su respuesta a todas mis preguntas fue que la esencia de la curación por medio de la Mente en la Ciencia Cristiana es el Amor divino. Ahora, como Científico Cristiano que soy, sé que esto es verdad. En Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras la Sra. Eddy escribe (pág. 411): “Si el Espíritu o el poder del Amor divino da testimonio de la verdad, éste es el ultimátum, el procedimiento científico, y la curación es instantánea”.

Hace algunos años estaba gravemente enfermo de paludismo. Esto ocurrió cuando estaba preparando mi solicitud para afiliarme a La Iglesia Madre. Mi familia y amistades me aconsejaron que consultara a un médico. Pero me negué a hacerlo porque quería confiar solamente en Dios mediante las verdades metafísicas que estaba estudiando en la Ciencia Cristiana. Poco tiempo después fui guiado a pedir ayuda a un practicista de la Ciencia Cristiana. Al cabo de unos días estaba liberado de esa enfermedad. Los siguientes pasajes habían estado constantemente en mi pensamiento: “Mirad, cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios” (1 Juan 3:1). Y, “En la proporción en que la materia pierde para el sentido humano toda entidad como hombre, en esa proporción la domina el hombre” (Ciencia y Salud, pág. 369).

La Ciencia Cristiana también me ha dado el valor para reclamar, como mío, el bien que viene de Dios, por reflejo. Una vez, durante meses, no tuve un empleo que pagara lo suficiente como para vivir. Busqué otro trabajo por todas partes, aquí y allá, pero con resultados insignificantes. Luego tuve una agradable sorpresa cuando un practicista me informó que un empleo verdaderamente bien remunerado es el que trae curación a la humanidad. La Sra. Eddy escribe en Ciencia y Salud (pág. 326): “Si deseamos seguir a Cristo, la Verdad, debemos hacerlo en la forma señalada por Dios”. Y, Cristo Jesús dijo (Juan 14:12): “El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también”. La siguiente frase de Escritos Misceláneos por la Sra. Eddy, en realidad me despertó (pág. 183): “El hombre es la imagen y semejanza de Dios; todo lo que es posible para Dios, es posible para el hombre como reflejo de Dios”. Pocos meses después de haberme afiliado a La Iglesia Madre, obtuve un buen empleo en el gobierno. Más o menos por ese tiempo, con gratitud y entusiasmo acepté el cargo de Segundo Lector en mi filial de la Iglesia de Cristo, Científico.

Hace dos años nuevamente tuve que buscar empleo. Solicité trabajo por muchas partes, sin embargo, parecía que no había trabajo disponible. Entonces pedí ayuda a un practicista. Él me dijo que la correcta comprensión de Dios es la respuesta a todas las necesidades; que Dios, el bien, es el que da trabajo al hombre, y que yo soy Su amado hijo, siempre haciendo el bien. Comprendí que estos hechos científicos eran la verdad para todos los hijos de Dios. Poco tiempo después me empleó una agencia internacional que ayuda a la gente a ayudarse a sí misma.

Me siento feliz y muy agradecido a Dios por el Cristo, la Verdad, y por la Ciencia Cristiana: la Ciencia del Cristo. Atribuyo gloria, honor, grandeza, fuerza y magnificencia a nuestro Padre-Madre Dios. Ahora, me siento perfectamente bien, y estoy estudiando esta Ciencia con más ahínco que nunca.


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