
Relatos de curación
Soy alumno de la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana. Estudio violín y a veces toco con el pianista en la Escuela Dominical.
Con bastante anterioridad a 1971 mi hermano, que era diabético, comenzó a preocuparse pues creyó haber visto aparecer signos de esta enfermedad en mí. Quiso saber qué estaba haciendo al respecto, y le aseguré que nada de eso me estaba ocurriendo.
En 1947 le mencioné a una mujer que conocí en un viaje que yo buscaba un nuevo enfoque sobre el cual basar mi vida. Sonrió y me dijo algo sobre la Ciencia Cristiana — aun el nombre era nuevo para mí.
Después de la Segunda Guerra mundial encontré a una amiga cuya manera de ser atrajo mi atención porque había cambiado: ahora expresaba más amor. Cuando le pregunté la razón del cambio, me habló de la Ciencia Cristiana.
He recibido innumerables bendiciones durante los treinta años que he estudiado esta maravillosa Ciencia. Lo que más agradezco es la ayuda espiritual que recibí cuando mi hijo fue desahuciado por los médicos.
Hace algunos años, después que la medicina material nos hubo fracasado, la Ciencia Cristiana trajo curación a nuestro hogar. Cuando nuestra hijita tenía tres meses de edad, tuvo un fuerte resfrío.
Comencé a leer Ciencia y Salud por la Sra. Eddy más que nada para complacer a mi madre, y me dieron un Christian Science Sentinel que parecía que me estuviese hablando a mí directamente.
Estoy profundamente agradecida por una maravillosa curación que tuve en la Ciencia Cristiana. Hace algunos años, sufría de dolores abdominales y recurrí a un especialista para que me hiciera un examen médico.
Hace aproximadamente diecisiete años, mientras me desempeñaba como cantante en un papel sumamente exigente en una comedia musical que se representaba en un teatro al aire libre, me acometieron fuertes ataques de asma. Cuando terminé con ese compromiso, y a pesar de que había sanado de los ataques de asma mediante el tratamiento en la Ciencia Cristiana, sentía como si se me hubiera desgarrado algo en la garganta.
Pasé mis primeros veinticinco años acosada por problemas de índole nerviosa debido a un accidente que sufrí durante mi infancia, lo cual ocasionó una doble curvatura lateral de la columna vertebral y la dislocación de tres vértebras. Los médicos opinaban que no era posible corregir los efectos del accidente y las condiciones resultantes.