Relatos de curación
Hace algunos meses me apareció una verruga en la cara, entre la nariz y el labio superior. No era muy grande pero sí muy desagradable a la vista.
El año pasado me desperté una mañana y encontré que las coyunturas de los brazos y de las piernas se habían inflamado e hinchado y las articulaciones de las muñecas y dedos estaban rígidas y deformadas. Me resultaba doloroso y difícil caminar y usar los brazos y las piernas.
Hace treinta años comencé el estudio de Ciencia Cristiana, con el deseo de sanarme de un agotamiento nervioso, por el cual me habían dado de baja en el ejército durante la Segunda Guerra Mundial. Esa curación se efectuó en pocas semanas, después de haber aprendido concienzudamente a obedecer una declaración en el libro de texto, Ciencia y Salud por la Sra.
Conocí la Ciencia Cristiana en octubre de 1971. En esa época pasaba por un momento muy angustioso.
Conocí la Ciencia Cristiana Christian Science (crischan sáiens) cuando un amigo trajo a nuestra casa la edición alemana del Heraldo. Me pregunté qué significaba realmente la Ciencia Cristiana.
Una de las primeras evidentes curaciones que tuve cuando era yo un estudiante relativamente nuevo en la Ciencia Cristiana, fue la magnífica liberación de terribles jaquecas. Y la curación fue instantánea.
Se nos dijo a mi esposo y a mí acerca de una bebita que tal vez podríamos adoptar, pero que había nacido con los pies defectuosos y necesitaría atención médica. La empleada de la oficina de asistencia pública sabía que nosotros éramos Científicos Cristianos y que no usábamos medicamentos para curarnos.
Cuando yo tenía cuatro años de edad, se decía que mi madre se estaba muriendo de tuberculosis, problemas cardíacos y muchas otras dolencias. Un día, después que el médico se despidió de ella, y comprendiendo lo que él iba a decirle a sus vecinos, levantó los brazos y dijo: “Ahora, Dios, acudiré a Ti.
Cuando conocí la Ciencia Cristiana Christian Science (crischan sáiens) , tenía muchas enfermedades físicas que creía se debían a la edad. Había aceptado la creencia de que después de cierta edad la salud desmejoraba, y me había resignado a ello.
“Desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús” (2 Timoteo 3:15). De niño tuve la felicidad de asistir a una Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana.