
Relatos de curación
Soy granjero. He tenido muchas oportunidades de comprobar que “para los que se apoyan en el infinito sostenedor, el día de hoy está lleno de bendiciones” ( Ciencia y Salud por la Sra.
Antes de que yo naciera mi madre ya me había dado para adopción. Después de mi nacimiento debido a que me hallaba enferma me tuvieron hospitalizada durante tres meses.
Mientras estudiaba en la universidad, el deseo de tener paz mental y curación física me impulsó a hablar con un capellán de la Ciencia Cristiana y su esposa. Durante dos años había admirado su constante alegría y su entusiasmo por la vida.
En Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras Mary Baker Eddy nos dice (pág. vii): “Para los que se apoyan en el infinito sostenedor, el día de hoy está lleno de bendiciones”.
Soy alumno de la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana. Estudio violín y a veces toco con el pianista en la Escuela Dominical.
Con bastante anterioridad a 1971 mi hermano, que era diabético, comenzó a preocuparse pues creyó haber visto aparecer signos de esta enfermedad en mí. Quiso saber qué estaba haciendo al respecto, y le aseguré que nada de eso me estaba ocurriendo.
En 1947 le mencioné a una mujer que conocí en un viaje que yo buscaba un nuevo enfoque sobre el cual basar mi vida. Sonrió y me dijo algo sobre la Ciencia Cristiana — aun el nombre era nuevo para mí.
Después de la Segunda Guerra mundial encontré a una amiga cuya manera de ser atrajo mi atención porque había cambiado: ahora expresaba más amor. Cuando le pregunté la razón del cambio, me habló de la Ciencia Cristiana.
He recibido innumerables bendiciones durante los treinta años que he estudiado esta maravillosa Ciencia. Lo que más agradezco es la ayuda espiritual que recibí cuando mi hijo fue desahuciado por los médicos.
Hace algunos años, después que la medicina material nos hubo fracasado, la Ciencia Cristiana trajo curación a nuestro hogar. Cuando nuestra hijita tenía tres meses de edad, tuvo un fuerte resfrío.