Hace unos seis años me entró una gran apatía para estudiar la Ciencia Cristiana; concurría a la iglesia esporádicamente y estudiaba la Lección Bíblica del Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana sólo cuando me resultaba conveniente. Acababa de obtener un empleo como azafata en una importante compañía aérea. Esto me significó tener que mudarme a otra ciudad y sentí que extrañaba mucho mi hogar. Un día de trabajo particularmente arduo renuncié a mi empleo a fin de regresar a mi casa.
Un mes más tarde descubrí que había cometido un gran error, pues el haber regresado a mi hogar no solucionó mis problemas. Quise recuperar mi trabajo pero la compañía me informó que no podían contratarme nuevamente porque al retirarme no les había dado dos semanas de aviso y había trabajado con ellos sólo seis semanas.
Esta situación me impulsó a comenzar un sincero estudio de la Ciencia Cristiana. El concepto de un mortal, que ha cometido errores y por los que debe ser castigado, fue reemplazado por una percepción de mi verdadera naturaleza como imagen de Dios. La siguiente declaración de la Sra. Eddy me resultó muy útil (The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany — La Primera Iglesia de Cristo, Científico, y Miscelánea, pág. 12): “No tenemos pasado, ni futuro, poseemos solamente el ahora”.
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