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Durante mi adolescencia cometí muchas equivocaciones típicas de...

Del número de mayo de 1980 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Durante mi adolescencia cometí muchas equivocaciones típicas de algunos otros de mi generación. Mi madre había comenzado a estudiar Ciencia Cristiana, pero yo no me uní a ella en este estudio. Mientras estudiaba filosofía en la universidad empecé a tener interés en esta Ciencia. Pero llegó el momento en que sentí que tenía que elegir entre continuar el estudio de la Ciencia Cristiana o casarme con un muchacho que no quería saber nada de esa Ciencia. Hice una elección equivocada. Nos casamos unos meses más tarde, y casi desde el primer día me sentí desesperadamente infeliz. Tuve cuidado de aparentar bienestar en beneficio de familiares y amigos.

Después de dos meses, secretamente fui a hablar con una practicista de la Ciencia Cristiana, cuyo nombre elegí en un The Christian Science Journal. Ella me recomendó que estudiara las Lecciones Bíblicas que aparecen en el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana y que leyera los escritos de la Sra. Eddy. Empecé a hacer esto, y también asistí a una reunión de la organización de la Ciencia Cristiana en mi universidad. Descubrí que varios de sus miembros eran alumnos de la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana. Con gusto acepté su invitación para asistir. El magnífico maestro de la Escuela Dominical percibió mi problema la segunda vez que nos encontramos. Me dijo cómo me podía ayudar la Ciencia Cristiana. Oramos juntos.

Durante los meses que siguieron, me pasaba varias horas diarias estudiando no sólo las Lecciones Bíblicas y los Evanglios, sino todos los escritos de la Sra. Eddy, leyendo viejas y nuevas publicaciones periódicas y folletos de la Ciencia Cristiana — todo lo que caía en mis manos.

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