En una oportunidad estuve muy desalentada y preocupada, llena de autocondenación por lo que me parecía mi falta de capacidad para obtener curaciones completas. El malestar causado por varias condiciones físicas había desaparecido, pero el aspecto visible todavía perduraba.
Una noche me apareció una várice en el cuerpo. El dolor fue muy intenso y no podía sentirme cómoda ni sentada, ni recostada ni caminando. No podía pensar con claridad, ni estudiar ni dormir. A la mañana siguiente llamé a una practicista de la Ciencia Cristiana para que me ayudara mediante la oración. Dormí un poco y desperté sintiéndome algo mejor. Entonces pude estudiar la Lección Bíblica del Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana.
A medida que estudiaba pude ver que esta vena dilatada no era otra cosa que una acumulación de ansiedad y preocupación sobre las curaciones incompletas. El pensamiento erróneo se había manifestado en una condición corporal.
La palabra “electricidad” aparecía repetidamente en varios artículos de las publicaciones periódicas de la Ciencia Cristiana que la practicista me había recomendado leer. En Ciencia y Salud, la Sra. Eddy dice (pág. 293): “La electricidad es el excedente violento de la materialidad, que falsifica la verdadera esencia de la espiritualidad o verdad, — siendo la gran diferencia que la electricidad no es inteligente, mientras que la verdad espiritual es Mente”. Yo estaba familiarizada con la explicación de la Sra. Eddy de que la electricidad es “el excedente violento de la materialidad”, pero nunca había aplicado esta declaración a la curación en la Ciencia Cristiana. Sin embargo, al igual que Jacob cuando dijo al ángel durante la lucha que Jacob sostuvo en Peniel: “No te dejaré, si no me bendices” (Génesis 32:26), supe que tenía que investigar más sobre el concepto de electricidad.
Volví a leer un pasaje familiar en Ciencia y Salud (págs. 450–451) que dice: “Conociendo la pretensión del magnetismo animal, — que todo el mal se combina en la creencia de que hay vida, sustancia e inteligencia en la materia, la electricidad, la naturaleza animal y la vida orgánica, ¿quién negará que estos son los errores que la Verdad tiene que aniquilar y aniquilará?” Por primera vez percibí que las palabras “electricidad” y “vida orgánica” se mencionan junto con la materia, diciendo que ninguna de ellas tiene vida, inteligencia o sustancia. Recordé la creencia material que alega que el cerebro es el que hace que el cuerpo actúe mediante impulsos eléctricos que transmite a través del sistema nervioso. La percepción que tuve fue un despertar para mí. Reemplacé esta teoría de cerebro, nervios e impulsos eléctricos con el hecho espiritual de que la Mente divina, el Espíritu, es la verdadera sustancia de todo el ser, la cual se expresa en la actividad armoniosa de la vida. En mi identidad espiritual y verdadera, no podía haber excedentes o acumulación; en efecto, ninguna materialidad, nada que causara dolor o malestar.
Con esta comprensión pude prescindir de la ayuda de la practicista y orar yo misma por mí. Pronto pude reanudar todas mis actividades normales, incluyendo la de jugar vigorosamente al tenis.
No obstante, aun cuando la várice ya no me dolía, todavía se veía. Estudié una declaración de Ciencia y Salud, donde la Sra. Eddy habla de la necesidad de evangelizar el yo humano (pág. 254): “Dios exige que aceptemos esta tarea amorosamente hoy mismo, y que abandonemos tan pronto como sea posible lo material, y que laboremos por obtener lo espiritual, que determina lo externo y verdadero”. Comencé a esforzarme por vivir diariamente la idea-Cristo, a desprenderme de la preocupación sobre la evidencia material y a dejar que la armonía gobernara mi cuerpo.
Poco después noté que la dilatación de la vena había desaparecido así como también desaparecieron un pequeño tumor que tenía en un pie y otro en la boca, los cuales me habían molestado durante más de un año.
Estoy muy agradecida por estas curaciones y por la comprensión de que no es la habilidad personal la que sana. El poder sanador es el Amor infinito, por siempre activo en la consciencia individual espiritualizada, y hecho práctico mediante la operación de la Mente omnipotente.
Portland, Oregón, E.U.A.
