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Relatos de curación

Me gustaría expresar mi gratitud por la Ciencia Cristiana y mencionar algunas de las curaciones que he tenido gracias a mi entendimiento y a la aplicación de la verdad, sin la ayuda de un practicista de la Ciencia Cristiana. Empecé a estudiar Ciencia Cristiana en varias oportunidades Desde hace mucho tiempo he estado familiarizada con sus enseñanzas.

Después de haber pasado un año en el hospital recibiendo tratamiento para una condición de tuberculosis, se me dio muy poco tiempo de vida. Fui guiada a la Ciencia Cristiana por medio de una vecina nueva en un momento en el que sentí que ya no podía seguir adelante.

Quisiera aprovechar esta oportunidad para dar testimonio de una curación en la Ciencia Cristiana, no sólo por gratitud sino también por estar maravillado por esta noble Causa. Debido a mi edad avanzada se creía que no encontraría empleo.

Hace varios años comprobé fehacientemente que la Ciencia Cristiana...

Hace varios años comprobé fehacientemente que la Ciencia Cristiana cura. Una noche me enfermé.

Han pasado ya varios años desde que mi testimonio apareció en el The Christian Science Journal de junio de 1959. Desde entonces he criado una familia de tres hijos.

Una noche después de que había ido a nadar, me empezó a doler un ojo. Simplemente lo ignoré, pensando que no era nada.

El bien misericordioso de Dios está aquí para todos.

El bien misericordioso de Dios está aquí para todos. Cuando era niña me imaginaba sueños buscando alivio del ambiente viciado que me rodeaba.

Es difícil expresar con palabras lo agradecido que estoy por la Ciencia Cristiana. Sería igualmente difícil describir qué sería mi vida sin ella ya que esta Ciencia ha llegado a ser fundamental para mí.

Desde la adolescencia sufrí de intensas molestias periódicas, a un grado tan serio, que tenía que quedarme en cama por lo menos dos días cada mes con náuseas, dolor y debilidad. Esta situación parecía una desdicha en mi vida, que fuera de eso era activa, y estorbaba drásticamente mi profesión de maestra.

En abril de 1968 empecé a sufrir de un serio problema del corazón y también sufría muchísimo de diabetes. Tenía que inyectarme grandes cantidades de insulina diariamente.

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

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