Desde mi niñez tuve problemas con mi espalda. Y una vez que la infancia quedó atrás, se produjeron muchos cambios en mi vida, que no mejoraron mi salud, y la condición causó aun otras enfermedades. Hace aproximadamente nueve años en un hospital diagnosticaron el problema como tres discos de la columna fuera de lugar, un considerable desgaste y una fuerte descalcificación. Los médicos no pudieron hacer nada por mí. Durante los dos años siguientes mi estado empeoró.
Una noche, cuando la condición ya parecía intolerable, llamé por teléfono a una mujer, sólo para escuchar la voz de alguien. Ella me recomendó leer Ciencia y Salud por la Sra. Eddy, lo cual rechacé. No obstante, media hora después me encontraba en su casa. Me sentí impulsada por Dios a ir, aunque en ese momento no comprendí la inspiración que me llevó hasta allí. Regresé a casa con Ciencia y Salud y comencé a leer el Prefacio. Luego me fui a acostar sin tomar ninguna píldora, sintiendo de nuevo el deseo de creer en Dios.
A la mañana siguiente desperté después de haber dormido maravillosamente bien. Me levanté liviana y feliz, sintiéndome como una persona completamente nueva. Mi reacción fue de humildad y mansedumbre, pues aquello sólo podía venir de una fuente: Dios.
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