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Deseo expresar mi gratitud muy profunda por una curación que se...

Del número de abril de 1980 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Deseo expresar mi gratitud muy profunda por una curación que se efectuó en un período de aproximadamente tres años. Fui criada de acuerdo con la Ciencia Cristiana y siempre he recurrido a ella para solucionar mis problemas. Pero al no detenerse después de varios meses una hemorragia interna de la que padecía, consulté a un médico. Preocupado, me dijo que yo debía ir al hospital inmediatamente para que me operaran. Expresó tanto temor que yo misma me atemoricé.

Pero ese mismo día una amiga me instó a que me comunicara con una practicista de la Ciencia Cristiana antes de consentir en operarme. La practicista aceptó darme tratamiento mediante la oración siempre y cuando yo cancelara la cita para la operación, lo cual hice.

Lo primero que había que desafiar era el temor. También, debido a que otro miembro de mi familia falleció de la misma condición, debía encararse la creencia en la herencia. La Sra. Eddy dice (Ciencia y Salud, pág. 228): “La transmisión hereditaria es un tema prolífico en el que la creencia mortal puede prender sus teorías; mas si se llegara a comprender que nada es real sino lo bueno, ya no habría herencias peligrosas, y desaparecerían los males de la carne”. Ambas sugestiones fueron enfrentadas en poco tiempo. Estudié diligentemente la Lección Bíblica del Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana cada día y leí los escritos de la Sra. Eddy como también las publicaciones periódicas de la Ciencia Cristiana, obteniendo diariamente mayor confianza en la verdad del ser científico. Durante todo ese tiempo no falté a mi trabajo y hasta jugué al golf durante los meses de verano.

Cada vez que telefoneaba a la practicista para relatarle los síntomas, ella decía: “Sólo hay una cosa que está ocurriendo”. Después de un tiempo, siempre que me sentía tentada a llamarla sabía lo que ella diría para recordarme el gobierno perpetuo y armonioso de Dios. Decidí que era mejor que yo empezara a aceptar la verdad. Invertí las sugestiones de enfermedad y las reemplacé con mi conocimiento de lo que realmente estaba ocurriendo. Como la Sra. Eddy dice (Ciencia y Salud, pág. 259): “El entendimiento a la manera de Cristo de lo que es el ser científico y la curación divina incluye un Principio perfecto y una idea perfecta, — Dios perfecto y hombre perfecto,— como base del pensamiento y de la demostración”.

Un año después, la condición todavía no había sanado. Además, el examen médico anual que se exige a todo el personal donde yo trabajo, reveló protuberancias en mis senos. Se me aconsejó que procurara ayuda médica, lo cual no hice. El veredicto médico de este examen anual que se me exigía, no me alarmó en lo más mínimo. Yo sabía que sólo una cosa estaba ocurriendo, pese al testimonio de los sentidos — la ley de Dios de bien infinito.

El año siguiente, otro médico me hizo el examen que anualmente se me exige. Seis meses antes de esto la hemorragia se había detenido por completo. El médico comentó sobre el informe del examen previo y exclamó con sorpresa que no pudo encontrar protuberancias. Me dijo que estaba en perfecta salud.

Estoy muy agradecida por la paciente devoción de los practicistas de la Ciencia Cristiana a su labor desinteresada. También estoy agradecida por ser miembro de La Iglesia Madre y de una iglesia filial, y por haber recibido instrucción en clase.


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