
Relatos de curación
Cuando Cristo Jesús sanó a los diez leprosos, uno de ellos volvió para agradecerle y glorificar “a Dios a gran voz”, como leemos en el Evangelio según San Lucas (17:15). Yo también quiero volverme y agradecer por todos los beneficios que durante el transcurso de mi vida he recibido mediante la Ciencia Cristiana y su aplicación.
Relato este testimonio en agradecimiento a la Ciencia Cristiana Christian Science: Pronunciado Crischan Sáiens. y para dar valor a aquellos que sufren del mismo mal y se consideran a sí mismos sin esperanzas de curación.
Gracias a la Ciencia Cristiana he despertado a una vida saludable y activa después de años de intenso sufrimiento físico. Antes de conocer esta religión sanadora me encontraba, recién casada, en un estado de salud casi desesperado.
Durante más de cuarenta años he tenido un récord casi ininterrumpido de salud excelente, lo que atribuyo a mi estudio de la Ciencia Cristiana. Pero en una época padecí de una afección del aparato digestivo, afección que no cedió rápidamente a mis oraciones en la Ciencia Cristiana.
En una época pensaba que la provisión y la substancia eran materiales, que mis ingresos y mi seguridad provenían de mi empleo. En mi trabajo, no se recibía reembolso o recompensa si no se efectuaba una venta.
Cuando la Ciencia Cristiana me fue presentada hace casi cincuenta años, me hallaba en completa obscuridad, declarando que Dios no existía. En consecuencia, si Dios no existía, tampoco había vida eterna, y me parecía haber llegado al fin de todo y no quería continuar viviendo.
Mis años de estudio de Ciencia Cristiana me han enseñado a amar a Dios sobre todas las cosas y a mi prójimo como a mí mismo. Agradezco de que gracias a estos conocimientos he sido liberado de muchos males.
En Hechos 17:22, 23, leemos: “Entonces Pablo, puesto en pie en medio del Areópago, dijo: Varones atenienses, en todo observo que sois muy religiosos; porque pasando y mirando vuestros santuarios, hallé también un altar en el cual estaba esta inscripción: Al Dios no conocido. Al que vosotros adoráis, pues, sin conocerle, es a quien yo os anuncio”.
Cada vez que sé de alguien que sufre intensamente a causa del reumatismo, pienso: “¡Ah, si esta persona tan sólo supiera de la Ciencia Cristiana!” Tuve la oportunidad y la necesidad de comprobar por mí mismo que la Ciencia cura esta enfermedad. No presté atención a los primeros síntomas.
Hace algunos años me dedicaba a la extracción de madera de los bosques, trabajo que siempre me había gustado, pero gradualmente comencé a tener dificultades en mis relaciones con ciertas personas. Una situación en particular se empeoró mucho, con actitudes de dominación, arrogancia e incompetencia, de manera que la alegría que tenía en mi trabajo quedó destruida.