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¿No es asombroso cómo aceptamos los...

Del número de diciembre de 1975 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


¿No es asombroso cómo aceptamos los hechos sin discutirlos, especialmente si los hemos experimentado toda nuestra vida? Así me sucedió en la Ciencia Cristiana. Parecía que cuando precisaba ayuda, mi madre estaba siempre a mano, haciendo todo el trabajo metafísico; mientras que yo solamente contemplaba los sucesos. En mis años juveniles oí decir que los jóvenes, a veces, aceptan dudas acerca de la religión y de Dios. Bueno, yo dejé que esta sugestión entrase en mi pensamiento y sufrí muchísimo.

En esa época fui a veranear y aunque mi madre trabajaba en el mismo lugar, raras veces nos vimos o hablamos. Un día, de repente, aquellas dudas se apoderaron realmente de mí; fui a verla en su oficina y le manifesté que no podía creer en la Ciencia Cristiana, pues, nunca la había visto en acción. Quería verificar personalmente su poder.

Dos días después con mis amigas fui a mirar las contiendas de lucha libre al campo de los muchachos y cuando éstas finalizaron, mis amigas y yo procedimos a iniciar el regreso a nuestro campo. Al abandonar el lugar, descendí corriendo un cerro que terminaba abruptamente y caí pesadamente. Al levantarme, observé una herida en mi rodilla izquierda. Sin prestar mucha atención, riendo, me dirigí a la enfermería, pero vi que era cosa seria cuando la enfermera al limpiar la contusión afirmó que necesitaría varios puntos. Nunca antes se me habían dado puntos y no estaba dispuesta a que se me dieran ahora. Mi madre vino con otra enfermera que decidió que no eran necesarios. Vendó mi herida y me fui a mi cabaña.

Cuando el temor era grande en mi pensamiento, las palabras del himno de la Sra. Eddy, “Gentil presencia, gozo, paz, poder” (Himnario de la Ciencia Cristiana, No. 207), me hicieron recordar la presencia de Dios, liberándome en parte del temor. Entonces, la idea de mi naturaleza verdadera como reflejo de Dios, inundó mi pensamiento y pude solazarme.

En poco tiempo, aproximadamente en la mitad del tiempo pronosticado por las enfermeras, mi rodilla sanó completamente. Esta curación la considero como mi primera experiencia verdadera, lograda por mi propio esfuerzo en la Ciencia, y, ¡cuán afortunada me siento de haber encontrado la verdad a tan temprana edad! Ahora soy miembro de La Iglesia Madre y de una iglesia filial; muy orgullosa de proclamar que soy Científica Cristiana.

Asistí a la Reunión Regional de la Juventud de la Ciencia Cristiana en Atlanta, Georgia, E.U.A. No recuerdo haber experimentado jamás una sensación tan maravillosa. En la escuela, como Científica Cristiana, siempre estoy en minoría, pero en Atlanta había tantos jóvenes Científicos Cristianos. Aunque cada uno era diferente todos creíamos casi en las mismas cosas. Especialmente significativa fue la sesión dedicada a la oración, pues, aunque parezca extraño, realmente no sabía cómo orar; siempre me pareció tan insulso y aburrido. Uno de los oradores explicó que la oración era un estilo de vida. Esto fue un enfoque a la oración completamente nuevo para mí. Otra oradora expresó que todo impedimento que se entromete en nuestro pensamiento es magnetismo animal. Lo comparó con un televisor. Al encenderlo, se espera automáticamente una imagen clara que uno ajusta en caso que la estática la perturbe. Es decir, uno no se queda sentado sino que se levanta y hace algo para resolver la situación. Con la oración sucede lo mismo, uno no se queda sentado sin hacer nada sino que elimina cualquier interferencia de la mente carnal.

Toda esta experiencia me ha ayudado a volverme una estudiante más dinámica de mi religión, y debido a mis experiencias soy ahora una persona mucho más feliz. Aprendí que la oración es la clave para que las cosas sean hechas de una manera correcta. Pronto fui sometida a prueba al sufrir una agunda infección en la garganta, pero gracias a la inspiración de la nueva percepción espiritual lograda en Atlanta, superé esta discordancia en tres días.

La Ciencia Cristiana es una religión “de actualidad”, y con pruebas como éstas, ¿quién puede negarlo? Todos necesitamos hacerla nuestro estilo de vida.


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