“El Amor divino siempre ha respondido y siempre responderá a toda necesidad humana” (Ciencia y Salud por la Sra. Eddy, pág. 494). He comprobado muchas veces la veracidad de esta declaración. Puedo decir que mi vida ahora dista mucho de ser lo que fue hace más de cincuenta años, cuando tuvimos nuestra primera curación en la Ciencia Cristiana.
Esta curación fue la de nuestra hijita que estaba padeciendo de una seria enfermedad contagiosa. Había estado más de una semana inconsciente e incapacitada para ingerir normalmente ningún alimento. Nuestro médico pidió que la examinara un especialista, el cual diagnosticó que la niña no pasaría la noche. Los médicos dijeron que no podía hacerse nada más que expresarle amor de madre y orar por ella.
Nuestros vecinos eran Científicos Cristianos y habían tratado de interesarnos en la Ciencia Cristiana llevándonos a algunas conferencias y a veces a los cultos. Sin embargo, no parece que habíamos logrado captar el completo significado de esta religión. Después que los médicos se fueron, pensamos que las palabras “amor de madre y oración” sonaban un tanto a lo que la Ciencia Cristiana enseña, de manera que hablamos con nuestra vecina y le contamos lo que habían dicho los médicos. La señora, una Científica Cristiana que había recibido instrucción de la Ciencia Cristiana en clase primaria, nos aseguró que nada podía perjudicar la vida de nuestra hijita porque ella era, en realidad, la expresión perfecta de la Vida infinita, y que conservaba esa perfección. Nos dio literatura de la Ciencia Cristiana y nos dijo que nos ayudaría por medio de la oración y que leyéramos el Salmo 91.
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