La Ciencia Cristiana ha sido para mí durante muchos años una fuente de ayuda siempre presente y por ello me gustaría expresar mi gratitud. Aunque he tenido muchas curaciones por medio de la utilización de esta Ciencia, hay algunas que son especialmente importantes para mí.
Una ocurrió cuando tenía unos ocho o nueve años de edad. Estaba jugando en un parque frente a mi casa en lo que llamábamos “barras de los monos”. Me hallaba colgado de las rodillas sobre una barra como a un metro de altura cuando de pronto caí sobre uno de mis codos doblándome considerablemente el brazo tras de la espalda y fuera de su posición normal. El dolor fue intenso.
Me llevaron a casa e inmediatamente recibí de un practicista tratamiento en la Ciencia Cristiana. El codo se había hinchado mucho y estaba amoratado. El tratamiento de la Ciencia Cristiana continuó y empecé a mejorar gradualmente. Unas semanas después cargué con ese brazo una pesada maleta de un familiar que había venido a visitarnos. Algunos años después, cuando tuve que pasar un examen físico para poder ingresar en un campo de niños exploradores, el médico que me examinó me preguntó si alguna vez me había quebrado el brazo derecho a la altura del codo. Le contesté que creía que sí. Me dijo entonces que parecía que se había hecho un excelente trabajo al encasar el hueso.
Mi comprensión acerca de lo que es Dios me fue de ayuda en mis exámenes escolares. Cuando cursaba estudios postgraduados en la universidad tuve que pasar un importante examen sobre un tema que no había comprendido muy bien. La noche anterior al examen me senté a revisar unas doscientas o trescientas páginas sobre el tema, y cuando empecé a hojearlas recurrí a Dios en oración afirmando que sólo existía una Mente y que yo expresaba esa Mente única, la cual es Dios. Había una parte del curso que en particular me había confundido. Pasé bastante tiempo estudiando específicamente esa parte que sólo constaba de unas pocas páginas, recurriendo de cuando en cuando a los libros de texto de la Ciencia Cristiana — la Biblia y Ciencia y Salud por la Sra. Eddy para obtener inspiración. El tema se me aclaró perfectamente y me fui a dormir muy tranquilo. A la mañana siguiente cuando tomé el examen vi que éste cubría todos los puntos a los cuales había dedicado tanto tiempo la noche anterior. Demás está decir que recibí una calificación excelente.
Hace varios años acepté un empleo que pensaba sería una maravillosa oportunidad. Sin embargo, después de unos meses me di cuenta de que entre mi jefe y yo existían serias diferencias de opiniones. Luché con esta situación durante varios meses, quedando totalmente frustrado. Llegado a este punto me decidí a dejar todo en manos de Dios y a no continuar planeando humanamente sobre lo que estaba bien. Oré por ser más humilde y por ver a mi jefe como el hijo perfecto de Dios, y trabajé sobre esta base durante varios días. De pronto la sensación de frustración me dejó y empecé a disfrutar de mi trabajo nuevamente. El problema con mi jefe se desvaneció y disfruté por otros dos años de una relación muy agradable y provechosa con él hasta que se me presentó la oportunidad para mayor servicio en otro campo de acción.
Una mañana, hace algunos años me sorprendí al notar vestigios de hemorragia interna. Una ola de temor y preocupación casi me agobió, mas dos palabras me vinieron al pensamiento, a saber: “Ninguna evidencia”. Recurriendo a las Concordancias de los escritos de la Sra. Eddy, vi que la declaración completa es: “Ninguna evidencia ante los sentidos materiales puede cerrarme los ojos a la prueba científica de que Dios, el bien, es supremo” (Miscellaneous Writings — Escritos Misceláneos, pág. 277). Esta declaración de la verdad me tranquilizó y me capacitó para adoptar una posición firme y radical del lado del gobierno de Dios. Durante el día me aferré a esta declaración y a la verdad que la apoyaba, dedicando suficiente tiempo en medio de mis actividades para declarar esta verdad y echar fuera de mi consciencia cualquier argumento o evidencia contrarios. La curación fue rápida. En uno o dos días desaparecieron todos los síntomas de desorden físico.
Estoy agradecido por estas curaciones. Sin embargo, estoy más agradecido por la comprensión acerca de Dios y del hombre a Su semejanza, que nos da la Ciencia Cristiana.
Norwell, Massachusetts, E.U.A.
