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[Original en español]

Hace algún tiempo recibí una llamada telefónica...

Del número de enero de 1976 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Hace algún tiempo recibí una llamada telefónica de mi hermana, que vive en otra ciudad, diciéndome que le pidiera tratamiento metafísico a una practicista de la Ciencia Cristiana para su hija mayor, una jovencita de catorce años. Su hija, debido a unos mareos que había tenido en el liceo, la habían llevado al oculista y habían encontrado que sufría de miopía avanzada.

En seguida llamé a la practicista, solicitándole ayuda. Ella me respondió que no mirara ese cuadro irreal, que afirmara sólo la realidad de la creación de Dios.

En el momento en que mi hermana llamó, yo estaba por empezar a leer la Lección-Sermón del Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana, y eso es lo que hice. Después leí yb artículo en un Heraldo que citaba el pensamiento de la Sra. Eddy según aparece en su libro Rudimentos de la Ciencia Divina (pág. 9): “El poder espiritual de un pensamiento correcto y científico, sin un esfuerzo directo, un argumento oral o aun mental, a menudo ha curado enfermedades inveteradas”.

Estuve meditando un rato sobre esa verdad y comprendí que, puesto que Dios había creado al hombre perfecto y porque todo lo que Él había hecho era bueno y Él lo había creado todo, mi sobrina era perfecta y no había en ella ninguna discordancia que se debiera a enfermedades hereditarias.

Entonces comencé a cantar el primer verso del himno de la Sra. Eddy (Himnario de la Ciencia Cristiana, No. 298):

¿ A Cristo viste? ¿ Su voz oíste?
¿Sientes del Verbo el poder?
La Verdad nos libertó,
y la hallamos tú y yo
en la vida y amor del Señor.

Sentí paz y gran gozo. Comprendí que la curación ya se había efectuado, que estaba aquí y ahora, y comencé a dar gracias a Dios.

El resultado de otro examen mostró que mi sobrina estaba normal, y cuando la vio otro oculista no encontró vestigios del problema.

Doy profundas gracias a Dios por Cristo Jesús, por las enseñanzas de la Ciencia Cristiana, y por la Sra. Eddy por haberme hecho comprender que para Dios todas las cosas son posibles, y por los practicistas que tan amorosamente nos ayudan.


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