Relatos de curación
La Biblia dice (Lucas 17:5, 6): “Dijeron los apóstoles al Señor: Auméntanos la fe”, y también da la respuesta de Cristo Jesús: “Si tuvierais fe como un grano de mostaza, podrías decir a este sicómoro: Desarráigate, y plántate en el mar; y os obedecería”. En el año 1970 tomé instrucción primaria en clase y a través de la misma tuve una “nueva-vieja” experiencia.
Conocí la Ciencia Cristiana Christian Science: Pronunciado Crischan Sáiens. en 1921 a raíz de una curación que experimentó un miembro de mi familia.
En Ciencia y Salud la Sra. Eddy dice (pág.
Hace varios años comencé a asistir con regularidad a una Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana, donde estoy aprendiendo a comprender las verdades básicas acerca de Dios y de mi relación con Él. Me siento muy agradecido por esta guía, pues muy pronto fue puesto a prueba mi genuino interés por esta Ciencia.
Ha sido mi privilegio haberme criado en un hogar de Científicos Cristianos. En mi infancia se produjeron muchas curaciones maravillosas, tanto mías como de otros miembros de la familia.
Muy a menudo, después de ver una película o una obra teatral, decimos: “Sí, estuvo entretenida, pero muy lejos de lo que ocurre en la vida diaria”. Lo que viven los actores en la ficción es generalmente exagerado, y no realmente creíble, o así pensaba yo hasta que un día me hallé sumergido en una de estas experiencias increíbles.
Mary Baker Eddy escribe en Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras: “La misma circunstancia que tu sufrimiento considera enojosa y aflictiva, puede ser convertida por el Amor en un ángel ‘hospedado sin saberlo’ ” (pág. 574).
Hace algunos años me vi enfrentado a un problema comercial. Se trataba de un negocio familiar y del cual yo formaba parte; debía adoptar una decisión para venderlo porque no era compatible con la Ciencia Cristiana.
Cuando recobré la razón hace más de quince años en una institución para enfermos mentales, algunas de las verdades aprendidas en la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana fueron mi sostén. No recuerdo haber orado específicamente, pero sí recuerdo las palabras “Ciencia Cristiana”.
“Yo te alabo, oh Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y entendidos, y las has revelado a los niños. Sí, Padre, porque así te agradó” (Lucas 10:21).