Mi vida ha sido transformada desde que tuve la felicidad de conocer la Ciencia Cristiana, y he recibido innumerables bendiciones.
Mi hijito estaba cubierto de eczema; yo misma estaba en un estado de depresión y extrema desesperación cuando pedí ayuda de una practicista de la Ciencia Cristiana. Esta competente trabajadora empezó por calmar mi temor, diciéndome que Dios es Amor y que Él nunca abandona a Sus hijos; que debía tener confianza, estudiar regularmente la Lección-Sermón en el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana y trabajar especialmente con “la declaración científica del ser” que aparece en Ciencia y Salud por la Sra. Eddy. Las últimas dos frases dicen: “El Espíritu es Dios, y el hombre es Su imagen y semejanza. Por lo tanto el hombre no es material; él es espiritual” (pág. 468).
Cuando el temor fue echado fuera de mi pensamiento, el cutis de mi hijo recobró su tersura, su tez hermosa y saludable, y en muy poco tiempo sanó completamente. Deseo indicar que nunca ha habido una recaída. Esta curación ocurrió hace unos cuantos años, y el niño ha conservado su piel hermosa. Yo he encontrado nuevamente la alegría de vivir, la calma y “la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento” (Filipenses 4:7).
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