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Se cuenta una anécdota de un hombre que...

Del número de enero de 1974 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Se cuenta una anécdota de un hombre que había comprado una mula y que no podía conseguir que ésta hiciera nada en absoluto. Sintiéndose completamente frustrado, pidió ayuda al antiguo dueño de la mula. Lo primero que éste hizo fue tomar un gran tablón y propinarle a la mula un golpe entre los ojos, lo que la hizo tambalear visiblemente. Ante la protesta del nuevo dueño el hombre dijo que para superar el problema lo primero que debía hacerse era “captar la atención de la mula”.

A veces es menester un “golpe entre los ojos” para captar nuestra atención. Una experiencia que tuve recientemente ilustra este punto vívidamente.

Mi problema comenzó cuando mi pie empezó a dolerme al apoyarlo y a causarme molestia al caminar. Como tenía muchos negocios que atender no presté atención al pie y pensé que el problema desaparecería. Sin embargo, cuanto más lo ignoraba, tanto más empeoraba el problema. Continué atendiendo a mis negocios y para ello llegaba prácticamente cojeando a las oficinas de mis clientes. Para entonces, el pie se me había hinchado, había perdido su color natural y me dolía mucho. Pronto llegó el punto en que tuve que alquilar muletas para poder seguir caminando, pasando por alto todavía la necesidad de encarar y resolver la situación. Aunque declaré, por cierto, algunas de las verdades que había aprendido en la Ciencia Cristiana, nunca encaré el asunto en oración como es debido para sanar la situación.

En poco tiempo me fue imposible desplazarme sin las muletas, y aun con ellas era muy difícil hacerlo. Parecía como si el pie me estuviera diciendo: “No puedes ignorar la materia. Es real y te lo voy a probar. ¡Préstame atención!” Al llegar a este punto sentí el “golpe entre los ojos” y la situación absorbió toda mi atención. Entonces llamé a un practicista de la Ciencia Cristiana para que me ayudara. Enfrentamos el problema — creo — con firmeza. La Biblia enseña que el hombre ha sido creado a la imagen y semejanza de Dios. Si esto es verdad, el hombre debe, pues, reflejar las cualidades de Dios. En la Ciencia Cristiana aprendemos que Dios es Amor y Verdad, y que Su idea refleja amor, integridad, salud y todo lo bueno. Ciertamente, pues, mi condición física no era el reflejo del Dios infinito y perfecto. Por lo tanto, debía ser tan falsa como una pesadilla, aunque ésta parece muy real en el sueño. A pesar de esta actitud que adopté, el problema persistió y tuve que guardar cama imposibilitado para caminar.

Al continuar el trabajo de oración con el practicista pude pronto comprender que no era mi pie, sino mi pensamiento, el que necesitaba curación. Comencé a entender la situación al segundo día de estar en cama. Estaba insistiéndole al practicista que era muy importante que volviera a mi trabajo debido a mis compromisos y obligaciones de negocios. Advertí entonces que en la medida en que había aumentado mi temor a causa de mi incapacidad para satisfacer mis muchos deberes, mi pie había empeorado. ¡Simplemente no tenía tiempo para tener un pie enfermo!

El practicista, percibiendo esta actitud, me ayudó a comprender que mi único trabajo o razón de ser era reflejar al único e infinito Dios. Ningún negocio, y por cierto de ningún modo mi negocio humano, era más importante que la actividad de expresar a Dios y a Su infinita bondad. Esta comprensión, en mi consciencia, fue como encender una luz en una habitación a oscuras. Me libró del falso sentido de obligación que había abrigado e inmediatamente me sentí completamente tranquilo.

Al día siguiente, uno de los clientes con quien tenía un urgente compromiso y que no sabía de mi condición, me llamó a mi casa y me preguntó si podía postergar por algunas semanas el trabajo que debía hacer para él. Otros compromisos urgentes que tenía fueron atendidos sin dificultad por otra persona de mi compañía, y las demás obligaciones que antes me habían parecido tan importantes sencillamente se desvanecieron sin requerir mi atención en ese momento.

Mi pie comenzó a mejorar inmediatamente. Aunque la condición había empeorado progresivamente durante varias semanes, la curación se manifestó en pocos días. Al fin de la semana pude caminar en la casa, con muy poca dificultad, sin usar muletas. Volví a mi oficina al comienzo de la segunda semana e hice mi trabajo como de costumbre. Aunque digo “como de costumbre”, en realidad no fue así, pues había cambiado mi actitud respecto a qué era más importante. Empecé a comprender, más que nunca, lo que Cristo Jesús había querido decir con estas palabras: “en los negocios de mi Padre me es necesario estar” (Lucas 2:49). En mi experiencia aprendí que estar en los negocios de mi Padre era reflejar a Dios en todo lo que yo hacía, expresar Su amor, integridad, inteligencia, salud, fortaleza, etc. Mi negocio humano era sólo un medio para cumplir con este propósito.

¡Qué gran lección aprendí! En el libro de texto, Ciencia y Salud, la Sra. Eddy dice (pág. 297): “La creencia errónea es destruída por la verdad. Cambiad el testimonio, y desaparece aquello que antes parecía real a esta creencia errónea, y la consciencia humana se eleva a nuevas alturas”. Este pasaje se aplicaba perfectamente a mi situación.

Después de esta experiencia no he vuelto a tener ningún problema con mi pie. Además, cada vez que siento la presión de los negocios, recuerdo esta experiencia y me desprendo del falso sentido de responsabilidad. Me vuelvo otra vez a “los negocios de mi Padre”, reflejándole. Estoy sumamente agradecido por esta experiencia y por la mayor comprensión que me dio acerca del poder sanador de Dios.


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