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Visión distorsionada corregida

Del número de febrero de 2018 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Una mañana muy temprano me desperté alarmado con mucho ardor en el ojo izquierdo. Me levanté de la cama para tomar un poco de agua y noté que mi visión estaba distorsionada y borrosa.

Sabía, gracias a mi estudio de la Ciencia Cristiana, que no debía quedarme horrorizado “ante la nada” (Mary Baker Eddy, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, pág. 563), y sabía que la visión distorsionada era realmente nada, porque no venía de Dios. De acuerdo con la Ciencia Cristiana, la creencia en los sentidos materiales, incluso el sentido material de la vista, es nada porque es el opuesto del verdadero sentido espiritual de la vista, de la capacidad de “ver” y “percibir” del hombre y la mujer como reflejos de la Mente divina, o Dios. Quedarme horrorizado “ante la nada” hubiera sido estar atemorizado debido a la creencia en dos creaciones separadas —una material y otra espiritual— y aceptar que lo material es más verdadero o más real que lo espiritual. Sabía que la verdadera visión es una facultad de la Mente divina, y en realidad yo y la Mente divina, Dios, nunca podíamos estar separados, como tampoco podía yo tener ningún desequilibrio porque soy el reflejo de la Mente.

No obstante, sí me preocupó la posibilidad de no poder leer como Primer Lector al día siguiente en la reunión vespertina de testimonios de los miércoles en mi filial de la Iglesia de Cristo, Científico. Sentí la necesidad de pedir ayuda mediante la oración. Desperté a mi esposa, que es practicista de la Ciencia Cristiana, le expliqué la preocupación que tenía y le pedí que me apoyara con la oración.

Ella inmediatamente declaró que mi estado presente era el reflejo espiritual perfecto de Dios, el Espíritu, que todo lo ve. Me habló de toda la bondad que recibimos al ser el reflejo perfecto de Dios.

Las lecturas de la Biblia y de Ciencia y Salud que había preparado para el miércoles por la noche eran sobre el tema de confiar en Dios. Una de las citas de la Biblia era: “Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones” (Salmos 46:1). De mi estudio de estas lecturas de los miércoles sabía que Dios y el hombre son inseparables, y su relación perfecta no puede ser interrumpida.

Mi esposa me pidió que escuchara la más reciente transmisión del Daily Lift (Pensamiento de hoy) de La Primera Iglesia de Cristo, Científico. El relator contó una experiencia que tuvo cuando no podía ver de un ojo, y cómo había destruido el temor al conocer la verdad espiritual de su existencia. ¡Esta idea se relacionaba perfectamente con mi experiencia!

Las lecturas del miércoles terminaban con un profundo pasaje sobre la curación, o cómo corregir nuestro pensamiento, de Ciencia y Salud: “Cuando la ilusión de enfermedad o de pecado te tiente, aférrate firmemente a Dios y Su idea. No permitas que nada sino Su semejanza more en tu pensamiento. No dejes que ni el temor ni la duda ensombrezcan tu claro sentido y calma confianza de que el reconocimiento de la vida armoniosa —como la Vida es eternamente— puede destruir cualquier sentido doloroso o cualquier creencia acerca de aquello que no es la Vida. Deja que la Ciencia Cristiana, en vez del sentido corporal, apoye tu comprensión del ser, y esta comprensión sustituirá el error por la Verdad, reemplazará la mortalidad con la inmortalidad y silenciará la discordancia con la armonía” (pág. 495).

La ilusión de la vista distorsionada me había tentado, pero me aferré a Dios y Su reflejo. No tuve temor de ningún pensamiento erróneo, sino que confié en el hecho de que estoy en armonía con Dios porque soy Su reflejo perfecto. No hay verdad alguna en el dolor o en ninguna creencia en el error de cualquier clase. La creencia falsa de que la visión estaba lesionada fue reemplazada por la comprensión de mi existencia permanente como reflejo de Dios. En la creación armoniosa de Dios, no puede haber distorsión. Mi pensamiento fue corregido espiritualmente, y como resultado la visión perfecta fue restaurada.

Leí mis lecturas en la reunión vespertina de testimonios de los miércoles con gratitud. La dificultad no ha vuelto, y hace más de un año que se produjo esta curación completa. “¡Gracias a Dios por su don inefable!” (2 Corintios 9:15).

Raymond Glazner 
Indianápolis, Indiana, EE.UU.

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