Soy Científica Cristiana desde hace mucho tiempo, y durante años he comenzado el día estudiando la Lección Bíblica, que está compuesta por citas de la Biblia y del libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras por Mary Baker Eddy. Este estudio es como un cimiento para mi día.
En una ocasión, después de mi estudio matutino, empecé a trabajar en mi jardín y un abejorro me picó en la nariz. Sentí un dolor intenso.
Consideré qué hacer. Sentí que tenía que hacer algo inmediatamente, así que hice lo que siempre hago. Me volví de todo corazón a Dios, sabiendo que Él es mi protector y que nada, salvo lo bueno, podía tocarme realmente. Sabía que esto era verdad porque soy la hija de Dios (como todos en realidad lo somos) y habito en Su bondad omnímoda.
Sabía que “... ‘Dios es Todo-en-todo’, y la luz del Amor siempre presente ilumina el universo” (Ciencia y Salud, pág. 503). También pensé en otro pasaje del libro de texto de la Ciencia Cristiana: “Todas las criaturas de Dios, moviéndose en la armonía de la Ciencia, son inofensivas, útiles, indestructibles” (pág. 514). Afirmé que eso era verdad sobre la abeja. Me calmé y el dolor cesó.
Pensé en revisar mi rostro, pero sabía que si realmente creía que nada me había tocado, no habría nada que ver. Una pariente vino a visitarme y le conté mi curación. Ella me examinó, pero no vio rastros de la picadura. Me di cuenta de que cuando tomé la decisión de recurrir a Dios como la única respuesta, se produjo la curación.
Estoy muy agradecida por la presencia constante de Dios. “En él vivimos, nos movemos y existimos” (Hechos 17:28, NVI).
Nancy Carbonneau
Lakeport, California, EE.UU.
