Relatos de curación
Como un faro de luz llegó el libro Ciencia y Salud a mi vida, trayéndome un sentido de armonía y paz. De este libro he aprendido el amor, la sabiduría y el poder que manifiesta Dios en nuestra vida cuando enfrentamos problemas de salud.
En 1995, mi salud comenzó a deteriorarse. Los médicos diagnosticaron que tenía cáncer.
En 2011 fui a París a visitar a mi familia con una amiga, y al día siguiente de haber llegado, me caí cuando cruzaba la calle. Con mucha dificultad me pude levantar, pero los dolores eran tan fuertes que no podía caminar.
Me estaba esforzando realmente por conocer al Cristo. Había leído bastante sobre el hombre perfecto, creado a imagen y semejanza de Dios, mas me resultaba difícil comprenderlo.
Hace unos años, en un período muy corto de tiempo, mi madre falleció en los Estados Unidos, empaqué y vacié su casa para venderla, regresé a Brasil, empaqué mi propio hogar donde había vivido 15 años, me mudé a una nueva casa, empecé un nuevo trabajo bastante demandante en una ciudad que no conocía, y traté de desempacar y ayudar a mi familia para que se adaptara a nuestro nuevo hogar y ambiente. Aunque hacía todas mis tareas con alegría, me sentía a menudo abrumada, cansada y triste por el fallecimiento de mi madre.
Después de un semestre sumamente intenso de trabajo como profesora en la universidad, me di cuenta de que algo andaba mal con mi cuerpo. Tenía una sensación de debilidad y mareo constantes, lo que me hacía trabajar más despacio y moverme con mucho cuidado.
Durante muchos años sufrí de fuertes dolores de oído. Cuando era niña, mi mamá me llevó al médico, quien diagnosticó que tenía otitis.
Antes de casarnos, mi futuro esposo y yo estábamos lidiando con un problema: Pertenecíamos a religiones diferentes y queríamos tener hijos pero ¿cómo serían bautizados? Yo estudiaba profundamente el Nuevo Testamento en busca de respuestas. Una noche, sintiéndome muy deprimida, oré con toda sinceridad y humildad pidiéndole a Dios que nos mostrara el camino.
Mi hija adolescente y yo estábamos de vacaciones en un país donde no conocíamos a nadie. Una noche, después de cenar, empecé a sentir un fuerte malestar de estómago.
En una época, trabajé durante seis años como acompañante terapéutico, y convivía con una paciente. En su casa se reunían todas las noches unas 15 personas y se fumaba mucho.