Relatos de curación
Cuando yo tenía 19 años, mi padre estaba teniendo dificultades en su trabajo. Un amigo le dio un ejemplar de Ciencia y Salud, y aunque él es católico, las enseñanzas de este libro le resultaron interesantes y útiles.
A pesar de haber sido educada en la iglesia tradicional y haber estudiado Teología, había continuado buscando respuestas a todas mis preguntas espirituales. Entonces una amiga mía fue de visita a Boston y me trajo de regalo un ejemplar de Ciencia y Salud.
Los relatos de curaciones que se encuentran a continuación fueron escritos por personas que asistieron a la Asamblea Anual 2003 y Simposio que se llevó a cabo en Berlín, Alemania. Yo siempre amé a Jesús y creí en sus obras, así como creía en las promesas contenidas en la Biblia.
En una oportunidad, como usualmente lo hacía, estacioné mi automóvil contra el cordón de la vereda de una calle arbolada, cerca del lugar donde trabajo. Al finalizar el día, cuando fui a buscarlo, ya no estaba allí.
Cuando tenía unos veinte años, salía con un hombre con quien pensaba casarme. Por aquel entonces comencé a sentir un fuertísimo dolor en el abdomen y se me hinchó tremendamente el estómago, a tal punto que ni siquiera podía tocarlo.
Una vez estaba a bordo de un avión 747, que estaba a punto de partir de Londres con destino a Nueva York. Estaban por cerrarse las puertas cuando escuché que en la sección delantera del avión había una conmoción.
Un sábado por la tarde, en las Islas Filipinas, donde vivo, fui con mi compañero de buceo en una canoa muy pequeña con flotadores laterales, a corta distancia de la costa, para grabar un video del arrecife de coral. Como el bote tenía menos de 60 cm de ancho, cuando me preparé para lanzarme hacia atrás en el agua, tuve muy poco espacio donde poner los pies con las aletas puestas.
Hace unos 10 años, siendo divorciada y con una hija, y en un estado mental de inseguridad e incertidumbre, sentí que era hora de hacer un cambio rotundo en mi vida. En esos días vendí mi automóvil, que me estaba trayendo problemas, para poder comprar otro vehículo; también decidí dejar mi trabajo como técnica de computadoras para hacer algo diferente.
EMPECÉ a tener ataques de depresión cuando era adolescente. Los mismos continuaron por más de veinte años, durante los cuales no lograba sentir el amor de Dios.
HACE un par de años, decidí ir a vivir a Heidelberg, Alemania, donde estaba estudiando mi novia. Pensaba que era una gran oportunidad para mí poder pasar un año en un país extranjero.