Relatos de curación
Una noche cuando llegué a mi casa hacía tanto calor que me senté en el porche. Los vecinos solían decir que la picadura de cierto tipo de ciempiés podía tener consecuencias fatales porque creían que el veneno era mortal.
Durante casi 20 años busqué una religión que respondiera a mis necesidades. Quería encontrar un Dios en quien confiar, y que no me atemorizara.
Durante 18 años padecí de sobrepeso. Al principio no era nada serio, pero se agravó con el transcurso del tiempo.
Siempre busqué algo más elevado de lo que veía a mi alrededor. Era consciente de que distaba mucho de ser perfecto, pero me sentía como un ave enjaulada ansiosa de volar para ver lo que sucede en otros lugares.
Cuando era adolescente e iba a la playa con mis amigos, todos disfrutaban del mar menos yo. Si me quedaba mucho tiempo en el agua, me aparecían unas manchas blancas en el cuerpo y me sentía mareado.
Hace más o menos un año comencé a notar que había prácticamente perdido la audición. Al principio, no me di cuenta del problema, pero los demás a mi alrededor sí lo percibieron.
Hace ocho años, comencé a despertar por las mañanas con la cara tremendamente hinchada. Tiempo después, en una visita al dentista, se descubrió que tenía quistes a ambos lados de la boca.
HACE algunos años, fui a un oftalmólogo para que me recetara lentes para leer. Después de examinarme, el médico me dijo que tenía glaucoma, que según él se debía a un problema de alta presión sanguínea en los ojos.
HABÍA estado enferma de cistitis recurrente por 40 años. A pesar de los medicamentos que tomaba y de los exámenes médicos a los que me sometía, siempre tenía recaídas.
Conocí la curación espiritual cuando mi hermana mayor sanó de una enfermedad terminal leyendo Ciencia y Salud. Yo comencé a leer algo sobre el tema tan sólo para ampliar mis horizontes.