Relatos de curación
Cuando mi hija Kirstene tenía seis años el director de la escuela me llamó un día por teléfono. Me preguntó si ella había mostrado alguna vez vaguedad en su actitud o vacío mental.
Asistí a la Escuela Dominical de la Christian Science desde que tenía dos años y medio. Las semillas de verdad y amor que fueron plantadas allí me brindaron una ayuda invalorable a lo largo de los años.
UN DÍA, fui al supermercado después del trabajo y de pronto perdí casi totalmente la vista en el ojo izquierdo. Al principio me sentí tentada a cuestionar lo sucedido.
UNA TARDE, hace ya algunos años, llevé un libro sobre la curación espiritual a la Biblioteca del Centro Pompidou de París. Mi iglesia le enviaba ese libro como regalo a dicha biblioteca.
AL APLICAR las ideas que leí en Ciencia y Salud por Mary Baker Eddy, mi familia y yo hemos tenido muchas bendiciones. Este testimonio relata una de ellas.
UN SÁBADO decidimos con mi esposo visitar a una amiga que vivía a unos 100 Km, y luego de pasar una jornada agradable vimos la posibilidad de quedarnos hasta el día siguiente. Nos retiramos a descansar, y no había pasado mucho tiempo cuando repentinamente desperté con grandes dolores abdominales.
LA NAVIDAD es una celebración intemporal. Es la luz surgiendo de la oscuridad que nos permite ver, conocer, palpar la Verdad.
Cuando conocí la Christian Science estaba estudiando medicina. A pesar de que no estaba interesado en nada que fuera diferente a mi carrera ni a la religión que entonces conocía, gradualmente empecé a sentir una gran inconformidad con todo lo que hacía; al punto que ya no le hallaba sentido a la vida, ni siquiera sentía más interés en mis estudios de medicina.
Antes de conocer Ciencia y Salud yo era ateo. Quería encontrarle un significado más profundo a la vida, y sufría de depresión y ansiedad.
Después de que me bautizaron, cuando era una jovencita, sentí la necesidad de cumplir el mandato de Cristo Jesús de predicar el evangelio y sanar al enfermo. Jesús dijo: “Estas señales seguirán a los que creen” (Marcos 16:17).