Relatos de curación
AL APLICAR las ideas que leí en Ciencia y Salud por Mary Baker Eddy, mi familia y yo hemos tenido muchas bendiciones. Este testimonio relata una de ellas.
UN SÁBADO decidimos con mi esposo visitar a una amiga que vivía a unos 100 Km, y luego de pasar una jornada agradable vimos la posibilidad de quedarnos hasta el día siguiente. Nos retiramos a descansar, y no había pasado mucho tiempo cuando repentinamente desperté con grandes dolores abdominales.
LA NAVIDAD es una celebración intemporal. Es la luz surgiendo de la oscuridad que nos permite ver, conocer, palpar la Verdad.
Cuando conocí la Christian Science estaba estudiando medicina. A pesar de que no estaba interesado en nada que fuera diferente a mi carrera ni a la religión que entonces conocía, gradualmente empecé a sentir una gran inconformidad con todo lo que hacía; al punto que ya no le hallaba sentido a la vida, ni siquiera sentía más interés en mis estudios de medicina.
Antes de conocer Ciencia y Salud yo era ateo. Quería encontrarle un significado más profundo a la vida, y sufría de depresión y ansiedad.
Después de que me bautizaron, cuando era una jovencita, sentí la necesidad de cumplir el mandato de Cristo Jesús de predicar el evangelio y sanar al enfermo. Jesús dijo: “Estas señales seguirán a los que creen” (Marcos 16:17).
Cuando yo tenía 19 años, mi padre estaba teniendo dificultades en su trabajo. Un amigo le dio un ejemplar de Ciencia y Salud, y aunque él es católico, las enseñanzas de este libro le resultaron interesantes y útiles.
A pesar de haber sido educada en la iglesia tradicional y haber estudiado Teología, había continuado buscando respuestas a todas mis preguntas espirituales. Entonces una amiga mía fue de visita a Boston y me trajo de regalo un ejemplar de Ciencia y Salud.
Los relatos de curaciones que se encuentran a continuación fueron escritos por personas que asistieron a la Asamblea Anual 2003 y Simposio que se llevó a cabo en Berlín, Alemania. Yo siempre amé a Jesús y creí en sus obras, así como creía en las promesas contenidas en la Biblia.
En una oportunidad, como usualmente lo hacía, estacioné mi automóvil contra el cordón de la vereda de una calle arbolada, cerca del lugar donde trabajo. Al finalizar el día, cuando fui a buscarlo, ya no estaba allí.