
Relatos de curación
Era un día de verano perfecto. Yo había salido a dar una vuelta en bicicleta por la isla Martha's Vineyard donde me encontraba veraneando y solo faltaban unos minutos para llegar de regreso a la casa de los amigos con quienes me estaba hospedando.
Hace algún tiempo, la palma de mi mano derecha, fue invadida por hongos de un aspecto muy agresivo. Para evitar que los demás los vean y no me impidieran manejar el auto y ayudar en los quehaceres de la casa, puse un vendaje alrededor de la palma.
Hace varios años, tuve una percepción espiritual que me ha ayudado en muchas ocasiones. Una noche, un par de días antes de la Navidad, mi hijo de tres años comenzó a quejarse de que le dolía mucho el oído.
Hace aproximadamente dos años tuve la oportunidad de comprobar y entender mejor lo que dice Mary Baker Eddy en su libro Ciencia y Salud: "Tomad posesión de vuestro cuerpo y regid sus sensaciones y funciones" (pág. 393).
Cuando estábamos por cumplir nueve años de casados, mi esposo y yo hicimos algunos planes para cuando llegara nuestro décimo aniversario. Ambos ya mayores y sin hijos, pensábamos tener una vida tranquila y disfrutar de paseos y de algunos viajes a lugares cercanos que hasta el momento no habíamos podido realizar.
Desde chica había padecido de asma y mi madre me llevaba a cuanto especialista en bronquios le recomendaban. Lo había intentado todo, pero todos esos remedios — inyecciones, vacunas, tratamiento homeopático y nebulizador — sólo me daban un alivio temporario.
Este siglo XXI comenzó bastante ajetreado para nuestra familia. Mi hija tenía serios problemas en el colegio y yo no podía ayudarla, porque, debido a mi trabajo viajaba mucho.
Hace un tiempo, al año de haberme jubilado, comencé a vivir un desorden mental que me llevaba a hacer cosas que no deseaba hacer. Este estado me impedía desarrollar cualquier actividad mental, aun el más simple esfuerzo intelectual.
El niño tenia tres años, cuando de pronto comenzó a ahogarse y a ponerse morado. De inmediato lo llevamos al médico, quien determinó que tenía una arritmia cardíaca.
Cuando yo tenía 3 años, empecé a sufrir de ataques de arritmia. Entonces, mi mamá me llevó al pediatra.