
Relatos de curación
Un día, quise levantarme para hacer mis labores y un fuerte dolor de espalda me lo impidió. El dolor era tal que me resultó imposible salir de la cama.
Cuando uno de mis hijos tenía trece años, yo trabajaba en la misma escuela donde él estudiaba. Un día estaba en mi salón de clase, cuando vino un estudiante corriendo y me dijo que subiera rápidamente a ver al director.
En una ocasión, me operaron de una hernia y poco después me detectaron otra, esta vez ingüinal. El médico quiso operarme de nuevo, pero esta vez me negué.
Hacía cinco años que estaba muy mal de salud. Había bajado demasiado de peso y mi piel tenía un color muy feo porque consumía muchos remedios.
Esta curación ocurrió cuando hace unos años se me empezó a inflamar mucho una rodilla, además de dolerme la pierna y el pie al punto que a veces me daba mucho trabajo caminar. Yo tengo unos apartamentos para alquilar a los que les había hecho instalar unas losetas nuevas, pero tenía que limpiar el pegamento que les sale por las orillas después de instaladas.
Me dediqué a la enseñanza de educación musical a nivel de primaria y secundaria durante muchos años, hasta que decidí renunciar a mi puesto. Tiempo después, se me dislocó la mandíbula, lo que me producía un tremendo dolor.
Son muchas las evidencias del cuidado de Dios que he tenido en mi vida. Cuando tenía tres años me atropelló un automóvil y me golpeó fuertemente en la cabeza.
Conozco la Ciencia Cristiana desde hace 36 años y he tenido muchas demostraciones del poder y del cuidado de Dios. Siempre oro para reconocer que soy un reflejo, la idea, de mi amado Padre, e insisto en que vivo, me muevo y respiro en el ambiente espiritual, para defenderme mentalmente de todas las noticias sobre enfermedad que transmiten por radio y televisión.
Siempre me trae mucha inspiración la definición metafísica que Ciencia y Salud da del hombre, donde Mary Baker Eddy afirma que el hombre es espiritual y perfecto y que no está constituido por elementos materiales (pág. 475).
Desde que era adolescente yo había sufrido de los riñones, y cuando nació mi primera hija, debido a ese problema, los médicos me dijeron que yo no viviría más de 10 años. Esto me hacía sentir lástima de mí misma, pensando que no merecía tanto sufrimiento.