Las cambiantes opiniones sobre la moralidad sexual a lo largo de las últimas generaciones brindan a los estudiantes de la Ciencia Cristiana la oportunidad de crecer en su comprensión de que la verdadera identidad del hombre (de todos) es espiritual en lugar de física. Así mismo, les brindan la oportunidad de ayudar al mundo a encontrar una mayor estabilidad y salud por medio de sus decisiones morales individuales, amor incondicional y oraciones. Mi propia experiencia me ha enseñado algunas cosas acerca del valor de este enfoque, especialmente la parte acerca del amor incondicional.
Me transformé en abuela a mediados de la década de 1970, cuando mi hija adolescente dio a luz a una niñita. Esto fue un desafío extremadamente grande para mí, porque yo valoraba la norma tradicional de tener relaciones sexuales dentro del matrimonio, lo cual está de acuerdo con la Ciencia Cristiana, y me sentía sumamente triste por la experiencia de nuestra hija. Al mismo tiempo, fueron las enseñanzas de la Ciencia Cristiana las que me capacitaron para enfrentar este desafío con amor; un amor que mantuvo a nuestra familia unida entonces, y que ha fortalecido la coherencia de nuestra familia más y más cada año, lo cual incluye a esa maravillosa nieta.
La moralidad entraña mucho más que relaciones sexuales, pero debido a la suposición tan común de que nuestra identidad básica es física, hoy en día, la conducta sexual con frecuencia se mantiene fuera de las discusiones acerca de la moralidad. Sin embargo, un sentido físico de identidad y sus llamados impulsos y necesidades tienen gran importancia en la vida de todo ser humano, y se destacan en nuestros sentimientos y pensamientos profundos. Y esto afecta la manera cómo nos comportamos, lo que a menudo lleva al egoísmo que no tiene en cuenta los mejores intereses de los demás, y de la sociedad en general.
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