Hace unos años, en una charla interreligiosa en Londres, escuché a un musulmán sufí explicar el principal significado del término jihad de una forma que era muy diferente de lo que yo estaba acostumbrado a ver en los titulares y las noticias. Lo describió como el esfuerzo espiritual interior por buscar a Dios, rechazar el materialismo y luchar contra la tentación de pecar.
Por supuesto, la palabra tiene otros significados. Los musulmanes en general dirían que jihad también se refiere a defenderse a sí mismos cuando son atacados. Y no hay forma de olvidar la notoriedad que el término ha obtenido al estar asociado con las atrocidades realizadas por los militantes del Islam, tanto en países predominantemente musulmanes como en otras naciones.
No obstante, la idea del “gran jihad” como se describe a menudo la lucha espiritual interna, es común a la mayoría de las religiones, incluida la Ciencia Cristiana. Y si bien los conflictos violentos en los titulares pueden hacernos sentir temor e ira, una lucha interior honesta —que no saldrá publicada en los titulares— puede capacitarnos para enfrentar dichas reacciones, hasta que logremos obtener un sentido espiritual de “la paz de Dios, que supera todo lo que podemos entender.” (Filipenses 4:7, NTV). Podemos hacerlo al buscar y encontrar a Dios, rechazando el materialismo por ser una mentira acerca de la verdadera identidad de todos, incluso negándonos a resignarnos a aceptar el pecado que vemos en los demás.
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