Editoriales
Los entusiastas del teatro conocen muy bien la orden de “Tomemos cinco” que da el director durante los ensayos. Quiere decir: “¡Tómate un descanso, relájate y regresa listo para trabajar!” Un verano, cuando estaba en el liceo, fui aprendiz en el Teatro Tanglewood en Carolina del Norte, Estados Unidos, y la gran actriz sueca Signe Hasso me dio una nueva visión de lo que significa “Tomarse cinco”.
Si eres miembro de una iglesia pequeña y en la comunidad no parece haber mucho interés en la Ciencia Cristiana, no te preocupes. Continúa trabajando.
En un viaje a Ghana, África Occidental, a donde fuimos a visitar miembros de la iglesia, mis colegas y yo nos enteramos de que hay un símbolo tradicional que consiste en un nudo que nadie puede desatar. Nadie, excepto Dios.
Hace tan solo un año, comenzó la revolución conocido como Primavera Árabe, cuando un mártir de Túnez dio origen a un movimiento liberador que ha reavivado la esperanza y recibido apoyo de todo el mundo. The Christian Science Monitor informó que aquel acto conmocionó a los tunecinos y los impulsó a dejar de creer que la cultura árabe no es compatible con la libertad y la democracia.
Muchos piensan hoy que Jesús fue el mejor hombre que jamás haya caminado sobre la tierra. Esto es fácil de entender.
¡Tienes un smartphone, un celular o una computadora? Si lo tienes probablemente te sientas conectado, fácil de ser localizado y accesible todo el tiempo. Pero si no lo tienes, ¿te sientes aislado o que te falta algo? No te preocupes, no estás solo.
"Tendrás alegría". "Has hallado gracia".
A veces es bueno que nos recuerden cosas que ya sabemos muy bien. Ese es el propósito de este pequeño editorial.
¿Te han preguntado esto alguna vez? Seguramente has escuchado esa pregunta muchas veces, ¿no es cierto? ¿Recuerdas cuál fue tu respuesta? ¿Ingeniero? ¿Maestro? ¿O todavía no lo sabes? Ya sea que lo sepas o no, simplemente cierra tus ojos y escucha la respuesta. !Sí, inténtalo! Escucha lo que Dios te está diciendo ahora mismo.
A ferrarse a imágenes de fracaso y de mal obstruye el progreso. Opaca nuestra esperanza en lo que se refiere tanto a expectativas personales, como al futuro de nuestras iglesias y de sociedad en general.